TEMA DE PORTADA | ¿REALMENTE NECESITAMOS A DIOS?
Por qué necesitamos a Dios
Los especialistas en salud mental afirman que si una persona quiere ser verdaderamente feliz, debe reconocer que tiene necesidad espiritual. Y prueba de ello la observamos en la gente que desea apoyar una causa superior. Otros dedican su tiempo libre a la naturaleza, el arte o la música a fin de satisfacer dicha necesidad. Pero la mayoría no consigue el sentido de logro que busca.
Dios quiere que seamos felices ahora y por la eternidad
A los lectores de la Biblia no les sorprende que el ser humano tenga una necesidad espiritual innata. Los primeros capítulos de Génesis muestran que Dios creó a los primeros seres humanos, que les hablaba constantemente y que les permitió tener una relación con él (Génesis 3:8-10). El hombre no fue diseñado para vivir independiente de su Creador; tiene la necesidad de mantenerse en comunicación con él. Y la Biblia habla de ello vez tras vez.
Por ejemplo, Jesús dijo: “Felices son los que tienen conciencia de su necesidad espiritual” (Mateo 5:3). Estas palabras demuestran que el ingrediente indispensable para llevar una vida feliz es satisfacer nuestro apetito espiritual. ¿Pero cómo podemos hacerlo? Jesús mismo dio la respuesta: “No de pan solamente debe vivir el hombre, sino de toda expresión que sale de la boca de Jehová” (Mateo 4:4). Así es, las expresiones de Jehová —es decir, sus pensamientos y mandatos, que se encuentran en la Biblia— pueden ayudarnos a ser felices en la vida. Veamos tres maneras.
Necesitamos guía
Hoy día abundan los expertos dispuestos a dar consejos sobre temas como las relaciones personales, el amor, la familia, la solución de conflictos, la felicidad e incluso el propósito de la vida. Pero ¿quién podría dar mejores consejos en estos campos que Jehová, el Creador del ser humano?
Digamos que usted compra una cámara o una computadora. Lo que espera es que el fabricante incluya un manual de instrucciones que muestre la mejor manera de usar el equipo y sacarle provecho, ¿verdad? La Biblia es como ese manual; es el manual que Dios, el “fabricante”, nos ha dado para enseñarnos a vivir. Este “manual” explica para qué fue diseñado el “producto” y cómo se ha de usar para obtener los mejores resultados.
Tal como un manual bien redactado, la Biblia nos advierte sobre las acciones que podrían arruinar o entorpecer el buen funcionamiento del “producto”: nuestra vida. Los consejos de otras personas podrían parecer más fáciles de seguir. Pero ¿no es lógico pensar que la mejor manera de evitar problemas y obtener buenos resultados es seguir las instrucciones del “fabricante”?
“Yo, Jehová, soy tu Dios, Aquel que te enseña para que te beneficies a ti mismo, Aquel que te hace pisar en el camino en que debes andar. ¡Oh, si realmente prestaras atención a mis mandamientos! Entonces tu paz llegaría a ser justamente como un río, y tu justicia como las olas del mar.” (Isaías 48:17, 18)
Ahora bien, aunque Jehová nos da guía e instrucciones, no nos obliga a seguirlas. Más bien, porque nos ama y quiere ayudarnos, nos dice con cariño: “Yo, Jehová, soy tu Dios, Aquel que te enseña para que te beneficies a ti mismo, Aquel que te hace pisar en el camino en que debes andar. ¡Oh, si realmente prestaras atención a mis mandamientos! Entonces tu paz llegaría a ser justamente como un río, y tu justicia como las olas del mar” (Isaías 48:17, 18). En resumen, si seguimos la guía de Dios, tendremos una vida feliz. Por eso es que lo necesitamos.
Necesitamos soluciones
Hay quienes dicen que no necesitan a Dios o ni siquiera creen en él. Piensan que si hubiera un Dios que nos quisiera, no habría tantas cosas malas. Se preguntan, por ejemplo: “¿Por qué sufre la gente buena? ¿Por qué nacen con deformidades tantos bebés inocentes? ¿Por qué es tan injusta la vida?”. Esas son preguntas válidas, y encontrarles una respuesta satisfactoria podría tener un profundo efecto en nosotros. Pero en vez de culpar a Dios por todo lo malo que pasa, veamos si su Palabra, la Biblia, aclara un poco el asunto.
En el tercer capítulo de Génesis leemos que Satanás, valiéndose de una serpiente, tentó a la primera pareja humana para que desobedeciera la orden de Dios. Él les había dicho que si comían del árbol del conocimiento de lo bueno y lo malo, morirían. “Positivamente no morirán —le dijo Satanás a Eva—. Porque Dios sabe que en el mismo día que coman de él tendrán que abrírseles los ojos y tendrán que ser como Dios, conociendo lo bueno y lo malo.” (Génesis 2:16, 17; 3:4, 5.)
Con esa afirmación, Satanás no solo acusó a Dios de mentir, sino que también dio a entender que su forma de gobernar era injusta. Afirmó que a la humanidad le iría mejor si lo escuchaba a él en vez de a Dios. ¿Cómo se podría demostrar si esas acusaciones eran ciertas o falsas? Jehová permitió que las cosas siguieran su curso. En otras palabras, les dio tiempo a Satanás y a todos los que se pusieron de su parte para que demostraran si el ser humano puede vivir mejor sin él.
¿Qué opina usted? ¿Realmente puede vivir y gobernarse mejor el hombre sin la ayuda de Dios? Piense en el sufrimiento, las injusticias, las enfermedades y la muerte; en la delincuencia y la pérdida de la moralidad; en las guerras y los genocidios... Estas y otras dificultades que han afligido a la humanidad a lo largo de los siglos han demostrado más allá de toda duda que los intentos del hombre por vivir separado de Dios han sido un total y completo fracaso. Lejos de señalar a Dios como el culpable de los sufrimientos del ser humano, la Biblia apunta a una de las verdaderas causas al decir: “El hombre ha dominado al hombre para perjuicio suyo” (Eclesiastés 8:9).
En vista de lo anterior, ¿no queda claro que necesitamos buscar a Dios para conseguir no solo respuestas a las preguntas que tanto nos atormentan, sino también verdaderas soluciones?
Necesitamos ayuda
Desde hace mucho tiempo, la gente ansía vivir libre de las enfermedades, la vejez y la muerte. Se han invertido incontables cantidades de tiempo, energía y recursos para lograrlo, pero todo ha sido en vano. Hay quienes esperaban obtener dicha libertad descubriendo el elixir de la vida o la fuente de la eterna juventud, o recurriendo a la ciencia, pero vez tras vez los sueños resultaron frustrados.
Dios quiere que el ser humano sea feliz. Ese era su propósito al crearlo, y no lo ha cambiado (Génesis 1:27, 28; Isaías 45:18). Tenemos la garantía de que todo lo que Jehová se ha propuesto se hará realidad (Isaías 55:10, 11). La Biblia habla sobre su promesa de convertir la Tierra en un paraíso como el que perdieron Adán y Eva. Revelación, o Apocalipsis, 21:4 dice que él “limpiará toda lágrima de sus ojos, y la muerte no será más, ni existirá ya más lamento ni clamor ni dolor. Las cosas anteriores [habrán] pasado”. ¿Qué hará Dios para realizar este extraordinario cambio? ¿Y cómo podemos beneficiarnos del cumplimiento de esta promesa?
El hijo de Dios, Jesucristo, enseñó a sus discípulos a orar por que se cumpliera la voluntad de su Padre. Mucha gente conoce e incluso repite esa oración, conocida popularmente como el padrenuestro. Dice así: “Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre. Venga tu reino. Efectúese tu voluntad, como en el cielo, también sobre la tierra” (Mateo 6:9, 10). Ese Reino es el instrumento que Jehová utilizará para limpiar los desastres causados por los gobiernos humanos y establecer el nuevo mundo de justicia que ha prometido (Daniel 2:44; 2 Pedro 3:13). * Pero nosotros también tenemos que hacer algo. ¿De qué se trata?
Jesucristo mostró el sencillo paso que debemos dar: “Esto significa vida eterna, el que estén adquiriendo conocimiento de ti, el único Dios verdadero, y de aquel a quien tú enviaste, Jesucristo” (Juan 17:3). En efecto, gracias a Jehová es posible vivir para siempre en un mundo nuevo. Entonces, ¿necesitamos a Dios? De nuevo, la respuesta es sí.
Es tiempo de buscar a Dios
Hace dos mil años, en el Areópago, o colina de Marte, en Atenas, el apóstol Pablo les dijo a los intelectuales griegos lo siguiente sobre Dios: “Él mismo da a toda persona vida y aliento y todas las cosas”. Luego añadió: “Por él tenemos vida y nos movemos y existimos, aun como ciertos poetas de entre ustedes han dicho: ‘Porque también somos [hijos] de él’” (Hechos 17:25, 28).
Estas palabras de Pablo a los atenienses siguen siendo ciertas. El Creador nos suministra el aire que respiramos, el alimento que ingerimos y el agua que bebemos. Sin estas cosas buenas no podríamos vivir. Pero ¿por qué ha seguido ayudando a la humanidad si la mayoría ni siquiera piensa en él? Pablo responde: “Para que busquen a Dios, por si buscaban a tientas y verdaderamente lo hallaban, aunque, de hecho, no está muy lejos de cada uno de nosotros” (Hechos 17:27).
¿Le gustaría conocer mejor a Dios? ¿Quisiera aprender más sobre sus propósitos y sus consejos para vivir feliz ahora y por la eternidad? Entonces lo animamos a hablar con la persona que le entregó esta revista o a ponerse en contacto con los editores. Con mucho gusto lo ayudarán.
^ párr. 20 Si desea conocer más sobre lo que hará el Reino para que se efectúe la voluntad de Dios en la Tierra, lea el capítulo 8 del libro ¿Qué enseña realmente la Biblia?, publicado por los testigos de Jehová y disponible para su lectura y descarga en www.jw.org/es.