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“Cuando oren, digan: ‘Padre’”

“Cuando oren, digan: ‘Padre’”

“Cuando oren, digan: ‘Padre’”

¿Qué imagen le viene a la mente al escuchar la palabra padre? ¿La de un hombre cariñoso que se preocupa por el bienestar de su familia, o la de uno irresponsable, y hasta violento? Mucho dependerá de la clase de padre que haya tenido.

JESÚS utilizaba la palabra padre cuando hablaba con Dios o acerca de él. * De hecho, al enseñar a sus discípulos a orar, les dijo: “Cuando oren, digan: ‘Padre’” (Lucas 11:2). ¿Y qué clase de padre es Jehová? Saber esto es fundamental, pues mientras mejor comprendamos la clase de padre que es, más estrechos serán los lazos de amor que nos unen a él.

No hay duda de que Jesús es el más indicado para hablarnos de nuestro Padre celestial. Y es que él siempre ha disfrutado de una íntima relación con Jehová. Por eso pudo afirmar: “Nadie conoce plenamente al Hijo sino el Padre, ni conoce nadie plenamente al Padre sino el Hijo, y cualquiera a quien el Hijo quiera revelarlo” (Mateo 11:27). Así pues, no hay mejor medio para conocer al Padre que escuchar al Hijo.

¿Y qué nos revela Jesús respecto a Jehová? “Tanto amó Dios al mundo —dijo⁠— que dio a su Hijo unigénito, para que todo el que ejerce fe en él no sea destruido, sino que tenga vida eterna.” (Juan 3:16.) Estas palabras destacan la cualidad principal de nuestro Padre: el amor (1 Juan 4:8). Él expresa este amor de diversas maneras: nos concede su aprobación, nos muestra ternura y compasión, nos brinda protección, nos da disciplina y nos provee sustento físico.

Nos concede su aprobación

Cuando los padres reconocen la buena labor de sus hijos, les infunden ánimo y fortalecen su autoestima. Imagínese la alegría que sintió Jesús al oír a su Padre decir: “Este es mi Hijo, el amado, a quien he aprobado” (Mateo 3:17). Jesús, a su vez, nos asegura que Jehová nos ama y nos concede su aprobación. De hecho, declara: “El que me ama será amado por mi Padre” (Juan 14:21). ¿Verdad que nos anima y reconforta saber esto? No obstante, hay alguien que intenta privarnos de esa dicha.

Satanás quiere hacernos creer que Jehová no valora nuestros esfuerzos. Trata de convencernos de que no merecemos su aprobación y se aprovecha de situaciones que nos hacen más vulnerables, como la vejez, la mala salud y las frustraciones o decepciones. Veamos el caso de Lucas, quien creía que no merecía la aprobación de Dios. De jovencito, vio cómo sus padres abandonaron muchos de los valores espirituales que ellos mismos le habían inculcado. Quizás eso causó que se le hiciera difícil tener una buena relación con su Padre celestial. Además, era impulsivo y a menudo tenía problemas con otras personas. Pero poco a poco, la paciencia y apoyo de su esposa —a quien considera “una bendición especial, un regalo de Dios”⁠— le ayudó a controlar su carácter. Con el tiempo, Lucas reconoció que “Cristo Jesús vino al mundo para salvar a pecadores” (1 Timoteo 1:15). Reflexionar en el hecho de que Jehová lo ama y le concede su aprobación lo llena de satisfacción.

Si le asaltara la idea de que Jehová no lo ama y de que usted jamás logrará complacerlo, medite en las consoladoras palabras de Romanos 8:31-39. Allí, el apóstol Pablo nos asegura que nada “podrá separarnos del amor de Dios que está en Cristo Jesús nuestro Señor”. *

Nos muestra ternura y compasión

Nuestro Padre celestial es un Dios de “tierna compasión” que comprende nuestro sufrimiento (Lucas 1:78). Jesús reflejó la compasión de su Padre en su manera de tratar a la gente (Marcos 1:40-42; 6:30-34). Y los verdaderos cristianos hacen lo posible por imitar a Jehová a este respecto. Toman muy en serio el mandato bíblico de ser “bondadosos unos con otros, tiernamente compasivos” (Efesios 4:32).

Pensemos en lo que le sucedió a Felipe, quien un día, de camino al trabajo, sintió un dolor intenso en la espalda, como si le hubieran dado una puñalada. De inmediato fue llevado al hospital. Tras ocho horas de pruebas, los médicos por fin llegaron a la conclusión de que la capa interna de la aorta se le había desgarrado. Le dijeron que le quedaban veinticinco minutos de vida y que no tenía sentido operarlo.

A Felipe lo acompañaban algunos de sus hermanos en la fe. Y movidos por la compasión, ellos enseguida lo transfirieron a otro hospital, donde fue llevado directamente al quirófano. Esperaron allí hasta que terminara la operación, la cual fue todo un éxito. Felipe está profundamente agradecido por la compasión que mostraron sus hermanos. Pero también está convencido de que su Padre celestial fue quien los movió a actuar así. “Sentí que Dios estuvo siempre a mi lado, fortaleciéndome como un padre amoroso”, recuerda. Y es que Jehová suele mostrar su tierna compasión impulsando a sus siervos a que manifiesten esa cualidad.

Nos brinda protección

Cuando un niñito percibe que está en peligro, corre hacia su padre, pues sabe que en sus brazos hallará seguridad. Jehová protege a sus hijos, y Jesús confiaba plenamente en su protección (Mateo 26:53; Juan 17:15). Nosotros también podemos hallar refugio en los brazos de nuestro Padre celestial. Hoy, él protege principalmente nuestra espiritualidad. Y lo hace al brindarnos todo lo que necesitamos para evitar aquello que pueda hacernos daño y perjudicar nuestra relación con él. Entre otras cosas, Jehová nos da su Palabra, la Biblia. Aceptar los consejos que nos ofrece mediante ella es como escuchar su propia voz diciéndonos: “Este es el camino. Anden en él” (Isaías 30:21).

Cierto joven llamado Tiago pertenecía a un grupo de rock junto con sus hermanos, Fernando y Rafael. Se emocionaron muchísimo al saber que el conjunto había sido elegido para tocar en uno de los auditorios más famosos de São Paulo (Brasil). Todo indicaba que pronto alcanzarían el éxito. Sin embargo, un hermano en la fe les advirtió que estar en constante compañía con quienes llevan una vida poco cristiana los ponía en peligro (Proverbios 13:20). Respaldó esta advertencia, basada en la Biblia, con una situación que él mismo había visto de cerca. Resulta que, por andar con malas compañías, su hermano había caído en conducta inmoral. Tiago y sus hermanos decidieron abandonar su carrera musical. Ahora, los tres dedican la mayor parte de su tiempo al ministerio cristiano. Están convencidos de que seguir los consejos de la Palabra de Dios protegió su espiritualidad.

Nos da disciplina

Un buen padre se preocupa por la clase de adultos que llegarán a ser sus hijos, y por eso los disciplina (Efesios 6:4). Es firme, pero jamás los trata con demasiada severidad. Así mismo, nuestro Padre celestial a veces ve necesario disciplinarnos. Ahora bien, lejos de maltratarnos, siempre nos corrige con amor. Al igual que su Padre, Jesús nunca trató con aspereza a sus discípulos, ni siquiera cuando, tras haberlos corregido con justa razón, tardaban en acatar la disciplina (Mateo 20:20-28; Lucas 22:24-30).

Fijémonos en el ejemplo de Ricardo, quien llegó a entender que Jehová lo había disciplinado por amor. Su padre lo abandonó cuando era apenas un bebé de siete meses. Durante la adolescencia le hizo mucha falta la figura paterna y cayó en prácticas perjudiciales. Al reconocer que llevaba una vida contraria a las normas divinas, su conciencia comenzó a atormentarlo. Así pues, decidió hablar con los ancianos de su congregación, quienes con firmeza y amor le dieron consejos basados en la Biblia. Aunque aceptó y agradeció la disciplina, Ricardo siguió muy angustiado por lo que había hecho: lloraba mucho, pasaba largas noches sin dormir y cayó en depresión. Finalmente, las palabras de Hebreos 12:6, donde se nos asegura que “Jehová disciplina a quien ama”, lo ayudaron a comprender que Jehová lo había corregido porque lo amaba.

Hay que tener presente que la disciplina va más allá de la censura o el castigo. La Biblia también la relaciona con la educación. A veces, nuestro Padre celestial nos disciplina permitiendo que suframos por un tiempo las consecuencias de nuestros errores. Pero la Biblia indica que su propósito es entrenarnos, es decir, educarnos a fin de que enderecemos nuestro camino (Hebreos 12:7, 11). En efecto, a Jehová le importa nuestro bienestar y por eso nos corrige.

Nos provee sustento físico

Todo buen padre está al tanto de cubrir las necesidades físicas de su familia, y Jehová no es la excepción. El propio Jesús declaró: “Su Padre celestial sabe que ustedes necesitan todas estas cosas” (Mateo 6:25-34). A su vez, Jehová promete: “De ningún modo te dejaré y de ningún modo te desampararé” (Hebreos 13:5).

Una mujer llamada Nice comprobó la veracidad de estas palabras cuando su esposo perdió el empleo. Ella acababa de renunciar a un trabajo bien pagado a fin de poder dedicar más tiempo a sus dos hijas y a su servicio cristiano. ¿De qué iban a vivir ahora? Pues bien, Nice le pidió ayuda a Jehová, y, al día siguiente, cuando su esposo fue a recoger sus pertenencias al trabajo, su jefe lo recibió con una sorpresa: le dio otra plaza que había quedado libre. Así que el esposo de Nice no pasó ni un solo día sin empleo, y ambos se lo agradecen a su Padre celestial. Experiencias como esta nos recuerdan que Jehová nos ama y nunca se olvida de darnos lo que necesitamos.

Correspondamos al amor de nuestro Padre

Así es, las palabras no bastan para describir el extraordinario amor de nuestro Padre. Él nos concede su aprobación, nos muestra ternura y compasión, nos brinda protección, nos da disciplina y nos provee sustento físico. ¿Verdad que todas estas muestras de su amor revelan que es el mejor Padre que podemos tener?

Ahora bien, ¿cómo podemos corresponder a ese amor? Para empezar, debemos esforzarnos por conocerlo mejor y aprender acerca de sus propósitos (Juan 17:3). También tenemos que vivir en armonía con su voluntad (1 Juan 5:3). Además, hemos de seguir su ejemplo de amor en nuestros tratos con los demás (1 Juan 4:11). Al hacer todo esto, demostraremos que de veras vemos a Jehová como nuestro Padre y que para nosotros es un honor ser sus hijos.

[Notas]

^ párr. 3 A menudo, la Biblia presenta a Jehová como nuestro Padre. Por ejemplo, los Evangelios de Mateo, Marcos y Lucas ponen la palabra padre en boca de Jesús unas sesenta y cinco veces, y el Evangelio de Juan más de cien. En sus cartas, el apóstol Pablo también se refiere a Dios como “Padre” más de cuarenta veces. Podemos decir que Jehová es nuestro Padre porque nos dio la vida.

^ párr. 9 Véase el capítulo 24, que se titula “Nada puede ‘separarnos del amor de Dios’”, del libro Acerquémonos a Jehová, editado por los testigos de Jehová.

[Comentario de la página 19]

Mientras mejor comprendamos la clase de padre que Jehová es, más estrechos serán los lazos de amor que nos unen a él

[Comentario de la página 22]

Podemos demostrarle a Jehová que de veras lo vemos como nuestro Padre y que para nosotros es un honor ser sus hijos

[Ilustraciones y recuadro de la página 21]

JEHOVÁ DEMUESTRA SU AMOR DE DIVERSAS MANERAS

CONCEDE SU APROBACIÓN

MUESTRA TERNURA Y COMPASIÓN

BRINDA PROTECCIÓN

DA DISCIPLINA

PROVEE SUSTENTO FÍSICO