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El cilicio y la espiritualidad

El cilicio y la espiritualidad

El cilicio y la espiritualidad

EL REY Luis IX de Francia llevaba uno. En su juventud, el político inglés Tomás Moro lo utilizó varios meses para mantenerse despierto de diecinueve a veinte horas diarias mientras estudiaba Derecho. Se sabe incluso que lo utilizó casi toda la vida. Y cuando Tomás Becket, arzobispo de Canterbury, fue asesinado en la catedral de dicha ciudad, se descubrió uno bajo sus ropas. ¿Qué tienen en común estos personajes históricos? Que todos recurrieron al cilicio para mortificarse.

El cilicio era una vestidura áspera hecha de pelo de cabra que iba ceñida al cuerpo, de modo que el roce irritaba la piel y provocaba muchas molestias. Además, con frecuencia se infestaba de piojos. Cuentan que Becket llevó su cilicio, junto con calzones hechos del mismo material, hasta que “estuvo plagado de insectos”. Desde el siglo XVI, el pelo de cabra se ha sustituido en ocasiones por un fino alambre con púas vueltas hacia la carne para causar aun mayor tormento.

Según cierto diccionario de religión, el propósito del cilicio, al igual que el de otros instrumentos de mortificación, era “servir de freno a la carne ingobernable y fomentar el desarrollo de una personalidad y una forma de vida más espirituales”. No solo los ascetas utilizaban esta vestidura, sino también la clase laica, entre ellos quienes ocupaban puestos de alto rango. Todavía quedan órdenes religiosas que siguen esta costumbre.

¿Puede el cilicio o cualquier otra forma de privación física voluntaria lograr que una persona sea espiritual? No, la espiritualidad no depende de tales prácticas. Es más, el apóstol Pablo condenó el “tratamiento severo del cuerpo” (Colosenses 2:23). * La verdadera espiritualidad se obtiene únicamente buscando el conocimiento de Dios mediante el estudio diligente de su Palabra y aplicándolo a nuestra vida.

[Nota]

^ párr. 5 Para un análisis más detallado de este tema, véase “El punto de vista bíblico: ¿Es el ascetismo la llave de la sabiduría?” en ¡Despertad! del 8 de octubre de 1997.

[Reconocimiento de la página 32]

Parte superior: Luis IX, del libro Great Men and Famous Women; centro: Tomás Becket, del libro Ridpath’s History of the World (vol. IV); parte inferior: Tomás Moro, del libro Heroes of the Reformation (1904)