Se predica el Reino en el Altiplano del Perú
Somos de la clase que tiene fe
Se predica el Reino en el Altiplano del Perú
ENTRE las cordilleras oriental y occidental de los Andes —donde colindan Bolivia y el Perú— se halla el Altiplano. Su nombre significa “llanura elevada” o “meseta”, y en su mayor parte se extiende por el territorio de Bolivia.
El Altiplano mide 100 kilómetros de ancho y más de 1.000 de largo; su altitud media es de unos 3.700 metros sobre el nivel del mar. Mientras volamos hacia esa región desde Lima, la capital costera del Perú, pasamos al lado de la cumbre nevada del volcán Misti, que se asoma por encima de las nubes con sus 5.822 metros de altura. A lo lejos se ven los picos cubiertos de nieve del Nevado de Ampato y del Nevado Coropuna, que sobrepasan los 6.000 metros. De repente aparece una extensa meseta: el Altiplano del sur del Perú.
La capital del Altiplano peruano es Puno, ubicada en el extremo noroeste del lago Titicaca, el lago navegable más alto del mundo. Como la región está a más de tres kilómetros de altura, los visitantes tardan algún tiempo en adaptarse al aire enrarecido. A orillas del lago Titicaca viven los indígenas de las tribus quechua y aymará. Se les puede ver trabajando en sus chacras, o granjas pequeñas, con sus vestiduras de color rojo, verde o azul. Aunque el idioma principal del Perú es el español, en el Altiplano también se habla quechua y aymará.
A la vanguardia de la predicación
Últimamente muchas personas humildes y trabajadoras que hablan quechua y aymará han adquirido un conocimiento exacto de las verdades bíblicas. Ello se debe en buena medida a la abundante bendición de Jehová sobre la celosa labor de los proclamadores del Reino de tiempo completo que sirven de precursores especiales.
Por ejemplo, se asignó a José y Silvia, precursores especiales, al pueblo de Putina, a unos 50 kilómetros del lago Titicaca. Al cabo de dos meses, Silvia dirigía dieciséis estudios bíblicos, y José, catorce. En tan solo seis meses, el número de publicadores de la congregación aumentó de 23 a 41, y la asistencia a las reuniones se incrementó de 48 a un máximo de 132.
“Cuando empezamos a organizar reuniones en estas comunidades aisladas —dice José—, vimos práctico celebrar primero la Reunión Pública y el Estudio de Libro de Congregación. Así les resulta más fácil a los recién interesados empezar a asistir a las reuniones.”
Dos hermanas carnales —una de ellas precursora— llevaron por primera vez las buenas nuevas a la comunidad aislada de Muñani, a unos 20 kilómetros de Putina. Allí comenzaron un estudio bíblico con un hombre ciego llamado Lucio. * Él invitó a su hermano Miguel, que era misionero católico laico y líder de una comunidad vecina. Cuando un amigo preguntó a Miguel por qué iba a Muñani todas las semanas, este contestó que estaba aprendiendo de Jehová y su Palabra. Entonces surgió la pregunta: “¿Por qué no estudiamos la Biblia aquí?”. En vista del interés que mostraron las personas de la comunidad de Miguel, los Testigos no tardaron en celebrar reuniones allí.
Miguel empezó a hablar con otras personas de lo que estaba aprendiendo. ¿Y qué sucedió con su puesto de misionero católico laico y teniente gobernador? En una reunión celebrada en el centro cívico, anunció su renuncia como misionero católico. ¿Se nombraría a un sustituto? Una de las asistentes preguntó: “¿Por qué necesitamos otro misionero si estamos aprendiendo la verdad?”. Por supuesto, se refería a las enseñanzas de los testigos
de Jehová. Alguien más agregó: “No concordamos con que usted renuncie solo. ¿Por qué no renunciamos todos?”. La totalidad de los presentes alzaron la voz al unísono: “¡Renunciamos!”.Poco después, en otra reunión de la comunidad, se habló de los ídolos y los crucifijos. Un señor pidió que los presentes leyeran Deuteronomio 7:25, que dice: “Debes quemar en el fuego las imágenes esculpidas de sus dioses. No debes desear la plata ni el oro que haya sobre ellas, ni realmente tomarlo para ti, por temor de que a causa de él seas prendido en un lazo; porque es cosa detestable a Jehová tu Dios”.
A continuación pidió que alzaran la mano quienes estuvieran a favor de que se quemaran los ídolos. Todos la alzaron inmediatamente (Hechos 19:19, 20). Veintitrés de las veinticinco familias de la comunidad estudian la Palabra de Dios en la actualidad. Ya hay dos publicadores no bautizados, y cinco parejas planean legalizar su matrimonio a fin de tener una condición limpia ante Jehová (Tito 3:1; Hebreos 13:4).
Se enseña con las grabaciones en casete
Dado los elevados índices de analfabetismo en el Altiplano, los vídeos y las grabaciones en casete de la Sociedad Watch Tower en los idiomas locales son muy útiles, incluso para conducir estudios bíblicos. Con la ayuda de los casetes, una precursora especial llamada Dora estudia con algunas personas el folleto ¿Qué exige Dios de nosotros? Tras escuchar un párrafo, ella hace preguntas al estudiante de la Biblia sobre lo que acaban de oír, y entonces pasan al siguiente párrafo.
Una radioemisora de la localidad transmite regularmente porciones del folleto Exige en quechua. Hace lo mismo con la revista ¡Despertad! en español. Como resultado, muchas personas reconocen el mensaje del Reino y desean aprender más cuando los testigos de Jehová las visitan en su hogar.
El Altiplano está muy lejos de la vista del mundo en general, pero no de la vista de Dios. Gracias al amor que Jehová le tiene a la humanidad, muchos habitantes del Altiplano andino se están uniendo a la muchedumbre que glorifica Su majestuosa casa de adoración verdadera (Ageo 2:7).
[Nota]
^ párr. 10 Se han cambiado algunos de los nombres que aparecen en este artículo.