Noventa años para elaborar un diccionario
EN 1621, un explorador italiano descubrió una caligrafía desconocida entre las ruinas de Persépolis, una antigua ciudad persa. En el siglo XIX, varios arqueólogos hallaron numerosas inscripciones similares en tablillas de barro y muros de palacios de Irak. En los textos se conservaban los lenguajes mesopotámicos que hablaron gobernantes como Sargón II, Hammurabi y Nabucodonosor II. La caligrafía, que empleaba caracteres en forma de cuña, llegó a conocerse como escritura cuneiforme.
Comprender este sistema de escritura era esencial para conocer mejor las grandes civilizaciones de la antigua Mesopotamia. Por ello, los eruditos que se dedicaban a descifrar aquellas inscripciones vieron la necesidad de crear un diccionario exhaustivo del idioma acadio, con el que los dialectos asirio y babilonio están estrechamente emparentados.
El Instituto Oriental de la Universidad de Chicago (Estados Unidos) emprendió este ambicioso proyecto en 1921 y lo completó noventa años después, en 2011. El resultado es The Assyrian Dictionary (diccionario asirio-inglés), una obra monumental con más de 9.700 páginas repartidas en 26 volúmenes. Abarca idiomas y dialectos usados en Irán, Irak, Siria y Turquía desde el tercer milenio antes de Cristo hasta el año 100 de nuestra era.
The Assyrian Dictionary tiene 26 volúmenes y más de 9.700 páginas
¿Por qué es tan extenso el diccionario? ¿Por qué tardó tanto en compilarse? ¿Y a quién puede interesarle utilizarlo?
Contenido del diccionario
“El diccionario no es una simple lista de palabras”, explica Gil Stein, director del Instituto Oriental de Chicago. Más bien, “al detallar la historia y los diversos usos de cada palabra, esta singular obra es en esencia una enciclopedia cultural de historia, sociedad, literatura, leyes y religión mesopotámicas. Es una herramienta de investigación indispensable para cualquier erudito que desee explorar los documentos escritos de la civilización de Mesopotamia”.
Desde un principio, los editores adoptaron la siguiente norma: “Para hacerle justicia al significado de una palabra, hay que incluir todas las ocasiones en que aparece; además, debe incorporarse todo el contexto que sea necesario para determinar su significado en un uso o una situación particular”. El diccionario se convirtió así en un compendio de citas y traducciones de los pasajes originales en escritura cuneiforme donde aparecen las palabras que se definen.
Durante los dos últimos siglos han salido a la luz un sinfín de textos cuneiformes que abarcan una gran variedad de temas. El asirio-babilonio, o acadio, fue en la antigüedad el idioma internacional de la diplomacia en todo Oriente Medio. Además, los habitantes de la zona escribieron obras literarias; se dedicaron al comercio; estudiaron matemáticas, astronomía y magia; establecieron leyes; desempeñaron profesiones y practicaron sus religiones. Por eso, sus escritos sobre estos y otros temas nos proporcionan un rico caudal de información.
La imagen que ofrecen estos textos no es la de una civilización extraña. “Mucho de lo que vemos es totalmente reconocible: gente que expresa temor y cólera, que expresa amor y que también lo pide”, dice Matthew Stolper, catedrático de Asiriología de la Universidad de Chicago, que durante treinta años trabajó en el proyecto por temporadas. “Hay escritos de reyes que cuentan lo importantes que fueron —añade— y escritos de otras personas que dicen que aquellos reyes no fueron tan importantes.” Textos procedentes de Nuzi, en el actual Irak, documentan disputas legales que ocurrieron hace tres mil quinientos años por cuestiones como la herencia de una viuda, el riego de un campo o el préstamo de un burro.
¿Es una obra terminada?
En el proyecto participaron asiriólogos de todo el mundo. El equipo del Instituto Oriental pasó décadas llenando y catalogando cerca de dos millones de fichas con ejemplos del uso de las palabras. Un primer volumen vio la luz en 1956. Desde entonces, y a medida que se completaban, se han ido publicando 25 volúmenes más. La colección completa cuesta unos 2.000 dólares, pero toda la información está disponible de forma gratuita en Internet.
Hicieron falta noventa años para completar el diccionario. No obstante, quienes trabajaron en este proyecto colosal reconocen que la obra tiene limitaciones. Un artículo dedicado al tema señala: “Aún no se sabe lo que significan algunas palabras, y como los descubrimientos son constantes, la labor todavía no ha llegado a su fin”.