Cómo cultivar la paciencia
ES PROBABLE que al leer los artículos anteriores haya llegado a la conclusión de que ser más paciente contribuye a gozar de mejor salud, tomar mejores decisiones y conservar las amistades. Entonces, ¿cómo cultivar la paciencia? Veamos algunas recomendaciones.
Vaya a la raíz del problema
A las cosas o situaciones que irritan a una persona se las denomina factores desencadenantes de la impaciencia. ¿Cuáles son? Tal vez sean otras personas, como su cónyuge, sus padres o sus hijos. O quizás el problema tenga que ver con el reloj: ¿se inquieta cuando otros lo hacen esperar o cuando se está haciendo tarde? Y ¿qué ocurre si está cansado o hambriento? ¿O si tiene sueño o está estresado? ¿Dónde se impacienta con más facilidad, en casa o en el trabajo?
¿Qué ventaja tiene ir a la raíz del problema? Hace siglos, el rey Salomón escribió: “El prudente ve el mal y se esconde, pero los ingenuos pasan y reciben el daño” (Proverbios 22:3, Reina-Valera Actualizada). Según este antiguo proverbio bíblico, si usted “ve el mal”, es decir, si cree que está a punto de perder los estribos, tal vez pueda hacer algo para evitarlo. Al principio es posible que esto requiera verdaderos esfuerzos, pero con el tiempo la paciencia llegará a formar parte de su personalidad.
Lleve una vida sencilla
Noreen Herzfeld, catedrática de Ciencias Informáticas de la Universidad Saint John (Minnesota, Estados Unidos), aseguró: “La gente no puede ser ‘multitarea’. El cerebro es incapaz de concentrarse en varias actividades a la vez”. Y añadió: “Con el tiempo, hacer distintas cosas simultáneamente agota nuestra capacidad de concentrarnos, de prestar verdadera atención. Eso va desgastando cualidades como la paciencia y la perseverancia, así como el sentido común y la habilidad para resolver problemas”.
Se le hará cuesta arriba ser paciente si está estresado porque tiene un exceso de cosas que hacer, sitios a donde ir o gente con quien mantenerse en contacto. La psicóloga Jennifer Hartstein, ya mencionada en esta serie, puntualiza: “En el fondo, el estrés es la causa de numerosos brotes de impaciencia”.
Por eso, como se ha dicho siempre, hay que tomarse las cosas con calma. Dedique tiempo a disfrutar de la vida y a forjar amistades estrechas con unas cuantas personas, en vez de buscar amistades superficiales en una red interminable de contactos. Administre bien las horas del día y establezca sus prioridades. Tenga cuidado con las aficiones y los aparatos que puedan mantenerlo demasiado ocupado.
Para simplificar su vida, tal vez necesite examinar su rutina diaria. ¿Qué podría tomarse con más calma? ¿De qué podría prescindir? Otro proverbio bíblico dice: “Para todo hay un tiempo señalado, [...] tiempo de guardar y tiempo de desechar” (Eclesiastés 3:1, 6). Probablemente este sea el momento para desechar algunas cosas que absorben su tiempo y hacen que le resulte más difícil ser paciente.
Sea realista
Adopte una visión realista de la vida. Para empezar, lo cierto es que las cosas no siempre suceden tan rápidamente como nos gustaría. Tener paciencia es aceptar el hecho de que el tiempo avanza a la velocidad del tiempo y no a la de nuestras expectativas.
Por otro lado, tenga presente que no podemos controlar todo lo que nos sucede. El sabio rey Salomón escribió: “El que corre más rápido no siempre gana la carrera; el ejército más poderoso no siempre gana la batalla; el más sabio no siempre consigue dejar de ser pobre; el más astuto no siempre consigue hacerse rico y una persona educada no siempre recibe la recompensa que merece. Todos tienen sus buenos y malos tiempos. Nadie sabe qué le irá a pasar” (Eclesiastés 9:11, 12, La Palabra de Dios para Todos).
No permita que su paciencia flaquee ante circunstancias que usted no puede controlar. Más bien, analice qué factores sí puede controlar. Por ejemplo, en vez de enojarse porque el autobús o el tren se retrasan, trate de buscar otra opción para llegar a su destino. Hasta caminar sería mejor que dejar que la ansiedad y el enojo lo dominaran. Pero si no queda más remedio que esperar, aproveche el tiempo haciendo algo útil, como leer algo interesante o anotar lo que planea hacer después.
Siendo realista, no vale la pena que nos preocupemos por cosas que escapan a nuestro control. Con razón pregunta la Biblia: “¿Creen ustedes que por preocuparse mucho vivirán un día más?” (Lucas 12:25, Traducción en lenguaje actual).
Cultive valores espirituales
Muchas personas que confían en la Biblia y sus principios han comprobado que ponerlos en práctica ayuda a actuar con más serenidad. En la Biblia se indica que es más fácil que una persona con valores espirituales manifieste paciencia, además de otras cualidades valiosas, como amor, gozo, paz, amabilidad y autocontrol (Gálatas 5:22, 23). También leemos esta promesa: “No se inquieten por cosa alguna, sino que en todo, por oración y ruego junto con acción de gracias, dense a conocer sus peticiones a Dios; y la paz de Dios que supera a todo pensamiento guardará sus corazones y sus facultades mentales” (Filipenses 4:6, 7). Así que, estudiar la Biblia nos ayudará a vivir con menos estrés y a ser más pacientes.