¿Alguien pidió un rickshaw?
¿Alguien pidió un rickshaw?
AL LLEGAR a Dacca, la capital de Bangladesh, el viajero nota enseguida algo peculiar. Entre la marea humana circula de continuo por calles y callejones una legión de rickshaws de tres ruedas (ciclotaxis), que llevan personas y mercancías.
El rickshaw sigue siendo un medio de transporte muy utilizado en Dacca. Aunque allí hay registrados unos ochenta mil de estos vehículos, a la mayoría de sus habitantes les parece que son muchos más los que transitan a diario por la ciudad. De hecho, se conoce a Dacca como la capital mundial del rickshaw.
Los primeros rickshaws
Durante el reinado de Luis XIV de Francia (1638-1715) ya se utilizaban algunos prototipos de silla móvil. Sin embargo, la invención del primer carruaje arrastrado por un hombre suele atribuirse a Jonathan Gable, misionero estadounidense que vivió en Japón en la década de 1870. Se dice que lo diseñó para su esposa, cuya salud era delicada, y que dicho vehículo fue el primero en recibir el nombre japonés de jinrikisha, es decir, “carruaje cuya fuerza la constituye un hombre”. Con el tiempo, el invento llegó a ser más conocido por su nombre en inglés, rickshaw, y sus diferentes variantes se convirtieron en un medio de transporte barato empleado en toda Asia. Cuando Charles Taze Russell (derecha) —que dirigió con gran celo la obra de los Estudiantes de la Biblia (como se conocía entonces a los testigos de Jehová)—, visitó Japón en 1912, los delegados que lo acompañaban utilizaron rickshaws para desplazarse por el país.
El rickshaw de tres ruedas, o ciclotaxi, empezó a verse en Dacca a finales de la década de 1930. A diferencia del que arrastraba un hombre tirando de dos varales, este nuevo modelo parecía un triciclo grande. El conductor, o wallah, pedaleaba en la parte delantera. Eso le permitía llevar ocupantes y cargamentos más lejos, así como maniobrar con más facilidad a través del intenso tráfico y las carreteras congestionadas.
Decorados con arte
Los ciclotaxis de Dacca parecen estar decorados hasta el último centímetro. ¿De dónde procede la costumbre de decorarlos? Cuando empezaron a usarse en Dacca, tuvieron que hacerles la competencia a los tomtoms, carros tirados por caballos, que transportaban gente y mercancías. Tal vez los propietarios de ciclotaxis comenzaran a decorarlos para atraer clientes al nuevo medio de transporte, pero lo cierto es que las pinturas y los carteles llegaron a convertirse en un arte en sí mismo.
El efecto general de tal decoración es espectacular y constituye un auténtico arte sobre ruedas. Syed Manzoorul Islam, crítico de arte de Bangladesh, llegó a decir que los ciclotaxis de Dacca son “galerías de arte móviles”. Toda la superficie del vehículo se decora con láminas y diseños multicolores. De los laterales o de la capota plegable cuelgan borlas, oropeles y cuentas brillantes que se mueven continuamente.
Cada artista tiene su propio estilo y sus temas favoritos. Algunas decoraciones se parecen bastante a una cartelera con escenas de películas antiguas o actuales de la India y de Bangladesh. Muchas transmiten la nostalgia por la vida en los pueblos y por los paisajes rurales y, a veces, reflejan cuestiones políticas y sociales. Entre los temas más comunes figuran aves y otros animales, representaciones de cacerías y espléndidas escenas campestres.
En la década de 1950 solo había un puñado de pintores de rickshaws, pero hoy día hay entre doscientos y trescientos que producen estas excepcionales obras de arte. Los ciclotaxis se ensamblan pieza a pieza en talleres especializados. Dichas piezas a menudo se elaboran con materiales reciclados. Por ejemplo, el artesano utiliza trozos de latas de aceite de cocina —u otro fragmento de lata desechado— y les aplica pintura esmaltada para crear una llamativa escena a todo color. La decoración de rickshaws es la artesanía tradicional de Bangladesh y cuenta con una identidad y un encanto propios.
El conductor
No cabe duda de que la vida del conductor de rickshaw es agotadora. Imagínese cómo será pasar todo el día pedaleando para trasladar pasajeros y carga. Entre los clientes puede haber amas de casa, escolares, hombres de negocios o personas que vienen de la compra con sus paquetes. Y, a menudo, en el vehículo suelen acomodarse dos, tres o hasta más pasajeros. Los ciclotaxis también llevan sacos de arroz, papas, cebollas o especias para vender en el mercado. A veces, el pasajero tiene que sentarse encima de todas sus pertenencias. Puede que al visitante le parezca imposible que un conductor sea capaz de tirar de cargas tan pesadas. Pero bajo el calor del sol o bajo las lluvias del monzón, el humilde wallah trabaja incansablemente y sin quejarse.
La mayoría de los conductores proceden de zonas rurales pobres donde no pueden ganarse la vida como agricultores o granjeros. Sin posibilidades de encontrar trabajos mejor pagados, muchos dejan a sus familias en las aldeas y se marchan a la ciudad, donde se convierten en wallahs. Emplean casi todas sus energías para ganar un sueldo equivalente a unos pocos dólares diarios.
Un medio de transporte único
En Dacca siguen utilizándose los ciclotaxis debido a que el terreno es llano y hay incontables callejones y senderos por los que no pueden transitar otros medios de transporte público. Mucha gente los ve como una forma útil de viajar que contamina poco y, además, es placentera.
El ciclotaxi se ha convertido en “una especie en peligro de extinción” en la mayoría de las ciudades de Asia, donde la tendencia a la modernización y al uso de transportes colectivos ha hecho que casi desaparezca. Es posible que muchas personas lo consideren pasado de moda, pero se están haciendo intentos de mejorar su diseño a fin de conservarlo.
Para viajar por Dacca, usted puede escoger entre muchos medios de transporte público: autobús, taxi, motocicleta, motocarro o el colorido ciclotaxi, o rickshaw de tres ruedas. Pero si decide recorrer sin prisas las atestadas calles de la ciudad en el rickshaw, vivirá una experiencia inolvidable.
[Ilustraciones a toda plana de la página 23]