Cómo mejorar la memoria
Cómo mejorar la memoria
“La memoria amplía nuestro mundo. Sin ella, la vida carecería de continuidad, y por la mañana veríamos a un extraño en el espejo. Cada día sería un episodio aislado; no podríamos aprender del pasado ni prever el futuro.” (MYSTERIES OF THE MIND [MISTERIOS DE LA MENTE])
HAY aves que recuerdan el lugar en que almacenaron semillas meses atrás, y las ardillas recuerdan dónde entierran sus nueces. Nosotros, en cambio, olvidamos al cabo de un rato dónde dejamos las llaves. En efecto, el ser humano suele quejarse de mala memoria, pero su mente, aunque defectuosa, posee una increíble capacidad para aprender y recordar. El secreto está en aprovecharla al máximo.
Una capacidad enorme
El cerebro humano, de casi kilo y medio (tres libras) de peso y del tamaño de un pomelo (toronja), posee unos 100.000 millones de neuronas, que forman una red sumamente compleja. De hecho, una neurona puede estar conectada a otras 100.000. Estas conexiones le dan al cerebro la capacidad de procesar y retener una gran cantidad de datos; lo difícil, por supuesto, es recuperarlos cuando se necesitan. Hay personas que tienen una memoria envidiable, incluso sin haber cursado estudios escolares.
Por ejemplo, en África occidental, los griots, o cronistas de las tribus, son capaces de recitar de memoria los nombres de muchas generaciones pasadas, y eso que son analfabetos. El escritor estadounidense Alex Haley, cuyo libro Raíces ganó el premio Pulitzer, recurrió a los griots de Gambia para elaborar su árbol genealógico a lo largo de seis generaciones. Escribió: “Reconozco mi inmensa deuda a los griots [...]. Hoy se dice, con exactitud, que cuando muere un griot es como si se quemara una biblioteca”.
Otro caso es el famoso director de orquesta italiano Arturo Toscanini, quien fue “descubierto” a sus 19 años cuando tuvo que dirigir la ópera Aida en sustitución del titular. Dada su mala vista, lo hizo sin mirar la partitura.
Quizás nos sorprendan estas mentes privilegiadas, pero, en realidad, la mayoría de nosotros tiene la capacidad de recordar mucho más de lo que cree. ¿Quiere usted potenciar su retentiva?
Cómo mejorarla
El proceso de la memoria se divide en tres fases: codificación, almacenaje y recuperación. El cerebro codifica la información cuando la percibe y la registra, dejándola lista para un uso futuro. Los lapsus de memoria tienen lugar cuando falla una de estas tres fases.
Ahora bien, hay diversos tipos de memoria. Por ejemplo, la memoria sensorial recibe estímulos de los sentidos, como el olfato, la vista y el tacto. La memoria a corto plazo retiene durante unos segundos pequeñas cantidades de datos, de modo que nos permite sumar mentalmente, recordar un número de teléfono hasta marcarlo y no olvidar la primera parte de una frase mientras leemos o escuchamos el resto. Pero, como es bien sabido, la memoria corta tiene sus límites.
Si queremos almacenar información por más tiempo, debemos recurrir a la memoria a largo plazo. ¿Cómo activarla? He aquí algunas recomendaciones.
▪ Interés Interésese en el tema y recuérdese las razones por las que debe asimilarlo. Como seguramente sabrá por experiencia propia, la memoria recibe mayores estímulos si hay sentimientos en juego. Este hecho puede ser de gran ayuda a los estudiantes de la Biblia. Si aprenden de Dios con el doble objetivo de acercarse a él y de ayudar al prójimo a hacer lo mismo, retendrán mucho mejor lo que lean de la Biblia (Proverbios 7:3; 2 Timoteo 3:16).
▪ Atención “La mayoría de los ‘lapsus de memoria’ se deben en realidad a la falta de atención”, dice el libro Mysteries of the Mind. ¿Qué evitará que nos distraigamos? La concentración y, cuando sea posible, tomar apuntes. La ventaja de las notas es que, además de que sirven para fijar la mente en un asunto, pueden repasarse más tarde.
▪ Comprensión Si no entendemos un concepto, nos cuesta más recordarlo. Con la comprensión se establecen relaciones entre las diversas partes de un concepto y se unen hasta formar un todo lógico. Por ejemplo, si un alumno de mecánica automotriz comprende cómo funciona un motor, recordará mejor las partes que lo forman.
▪ Organización Deben clasificarse los conceptos similares (una lista de la compra se puede dividir en carnes, frutas, verduras, etc.). Además, hay que agrupar la información en bloques de no más de cinco a siete elementos (los números telefónicos pueden dividirse de dos en dos). También es útil ordenar los elementos de algún modo, quizás alfabéticamente.
▪ Repetición verbal Supongamos que estamos aprendiendo otro idioma. Pronunciar una palabra nos obliga a fijarnos en cómo se dice. Recibir alguna corrección de parte de un profesor y escuchar y repetir la palabra de nuevo hará que se nos grabe, puesto que se ponen en marcha otros mecanismos de nuestro cerebro. En resumen, repetir en voz alta lo que deseamos recordar fortalece las conexiones neuronales.
▪ Visualización También puede ser provechoso dibujar, esquematizar o formarse una imagen mental de lo que se pretende recordar. Como la repetición verbal, la visualización activa varias partes del cerebro. Cuantos más sentidos usemos, mejor se grabarán los datos.
▪ Asociación Cuando aprendemos algo nuevo, hay que asociarlo con lo que ya sabemos. Si vinculamos las nuevas ideas con los recuerdos almacenados, se nos hará más fácil codificar y recuperar la información, pues la asociación nos servirá de pista. Por ejemplo, para recordar el nombre de alguien, podemos relacionarlo con determinado rasgo de su apariencia o con cualquier otra cosa que se nos ocurra. Cuanto más absurda y graciosa sea la asociación, más fácil será recordarlo. En resumidas cuentas, debemos pensar en las personas y las cosas que deseamos recordar.
La obra En busca de la memoria afirma: “Si actuamos como guiados por el piloto automático la mayor parte del tiempo y no reflexionamos acerca de nuestro entorno y nuestras experiencias, podemos pagar el precio de retener sólo bosquejos de recuerdos de los lugares donde hemos estado y de las cosas que hemos hecho”.
▪ Consolidación Debemos permitir tiempo para que se procese la información, para que nos cale hondo, por así decirlo. Uno de los mejores métodos es repasar lo que se aprende, quizás explicándoselo a otra persona. Por eso, si usted ha tenido una buena experiencia o ha leído algo animador en la Biblia o en una publicación bíblica, cuénteselo a alguien. Así, ambos se beneficiarán: usted lo grabará en su memoria, y la persona que le escucha recibirá ánimo. Con razón se ha dicho que la repetición es la madre de la retención.
La mnemotecnia: eficaz herramienta
Los oradores griegos y romanos de la antigüedad eran capaces de pronunciar largos discursos sin mirar ni una sola nota. ¿Cómo lo hacían? Usaban la mnemotecnia, una estrategia para potenciar la memoria a largo plazo.
Una de las técnicas que emplearon los griegos fue el método de los lugares, descrito por primera vez por el poeta Simónides de Ceos “Un paseo imaginario”).
en 477 antes de nuestra era. Con esta técnica, que combina los principios de organización, visualización y asociación, se relaciona lo que se quiere recordar con puntos de referencia a lo largo de un camino o en una habitación. Es como ir de paseo mentalmente asociando objetos con lugares. Para traerlos a la memoria, lo único que debe hacerse es recorrer el mismo trayecto mental (véase el recuadroEstudios realizados con participantes destacados del campeonato mundial de memoria, que se celebra anualmente, revelaron que para gozar de buena memoria no hace falta ser un genio. Por cierto, la mayoría de los concursantes oscilaban entre los 40 y 50 años. ¿Dónde está el secreto, pues? Muchos atribuyeron sus habilidades al uso de la mnemotecnia.
¿Necesitamos recordar una serie de palabras? Una técnica eficaz es el uso de acrónimos, es decir, la formación de términos nuevos con las primeras letras de un grupo de palabras. Si queremos recordar el nombre de los generales que heredaron el imperio de Alejandro Magno, es decir, Lisímaco, Casandro, Tolomeo y Seleuco, podríamos usar el acrónimo licatose. Otra técnica similar es el uso de acrósticos, muy común en la literatura hebrea. En numerosos salmos, por ejemplo, la primera palabra de cada verso o de cada estrofa comienza con una letra consecutiva del alfabeto hebreo (véanse los Salmos 25, 34, 37, 111, 112 y 119). Gracias a dicha técnica los cantores lograban la hazaña de recordar los 176 versos del Salmo 119.
En efecto, podemos mejorar la memoria si la trabajamos, pues en realidad es como un músculo: cuanto más la ejercitemos, mejor se desarrollará, incluso en la vejez.
[Recuadro de la página 27]
Otros Consejos
▪ Estimule la memoria aprendiendo habilidades nuevas, como hablar otro idioma o tocar un instrumento.
▪ Concéntrese en los asuntos más importantes.
▪ Practique los métodos mnemotécnicos.
▪ Beba bastante agua. La falta de líquido puede causar aturdimiento.
▪ Duerma lo suficiente. Durante el sueño, el cerebro almacena los recuerdos.
▪ Estudie relajado. La tensión libera cortisol, sustancia que altera la interacción nerviosa.
▪ Beba con moderación y no fume. El alcohol afecta la memoria a corto plazo, y el alcoholismo puede producir una carencia de tiamina (vitamina B1), esencial para el buen funcionamiento de la memoria. Fumar reduce la oxigenación cerebral. *
[Nota]
^ párr. 36 Basado en información publicada en la revista electrónica Brain & Mind.
[Ilustraciones y recuadro de las páginas 28 y 29]
UN PASEO IMAGINARIO
¿Cómo se las arreglaría para recordar una lista que incluyera pan, huevos, leche y mantequilla? Si usara el método de los lugares, podría “verlos” mientras da un paseo imaginario por la sala de estar de su casa.
Imagínese el asiento de la butaca en forma de pan,
los huevos incubándose debajo de la lámpara,
a su pececito nadando en la leche
y la pantalla del televisor embadurnada de mantequilla.
Cuanto más absurdas y jocosas sean las asociaciones, mejor. Al llegar a la tienda, emprenda el mismo recorrido mental.
[Recuadro de la página 29]
¡MENOS MAL QUE OLVIDAMOS!
¿Cómo sería la vida si recordáramos todo, tanto lo importante como lo trivial? Nuestra mente estaría abarrotada. De hecho, la revista New Scientist informó del caso de una mujer que recordaba prácticamente todo lo que le había pasado en la vida y que “calificó sus recuerdos de ‘constantes, incontrolables y completamente agobiantes’, es decir, ‘una verdadera sobrecarga’”. Menos mal que la mayoría no tenemos ese problema. Nuestro cerebro, dicen los expertos, tiene la capacidad de borrar información irrelevante o anticuada. “La eliminación de datos es una tarea crucial que indica el buen funcionamiento de la memoria. Pero cuando olvidamos algo útil, [...] quiere decir que el sistema de limpieza es demasiado eficaz”, apunta la revista.