¿Por qué es salado el mar?
¿Por qué es salado el mar?
SI TODA la sal que hay en el mar se extendiera uniformemente sobre la tierra seca, formaría una capa de más de 150 metros [500 pies] de espesor, ¡una altura de 45 pisos! ¿De dónde sale tanta sal? La pregunta es válida, sobre todo si pensamos en tanta agua dulce que arroyos y ríos vacían en los océanos. Los científicos han identificado varias fuentes.
Una es el suelo que pisamos. El agua de lluvia se filtra por la tierra y las rocas y va disolviendo pequeñas cantidades de minerales, entre ellos las sales y sus componentes. Luego, estos son transportados al mar por los arroyos y los ríos (1). Claro que en el agua dulce hay tan poca sal que nuestro paladar no la percibe.
Otra fuente la constituyen los minerales que se hallan en la corteza terrestre debajo de los océanos. El agua marina entra por unas grietas al manto terrestre, donde las elevadas temperaturas la sobrecalientan, la cargan de minerales disueltos y la obligan a volver por chimeneas hidrotermales al fondo del mar, formando a veces géiseres a grandes profundidades. Los minerales disueltos en el agua descargada se transforman luego en sales (2).
Existe un proceso contrario que tiene el mismo resultado: hay volcanes submarinos que escupen grandes cantidades de roca candente en el interior del océano, donde los componentes químicos de la roca se liberan en el agua (3). El viento también hace su contribución, transportando partículas minerales de la tierra al mar (4). Así, el agua marina se convierte en un caldo
donde se encuentran disueltos casi todos los elementos conocidos. Sin embargo, el principal componente salino es el cloruro de sodio (la sal de mesa común), que constituye el 85% de las sales disueltas en el agua y por tanto es el compuesto que más contribuye a que el mar sea salado.¿Por qué mantiene su salinidad?
Las sales se concentran en el mar porque el agua que se evapora es casi pura. Los minerales se van dejando atrás. Y aunque siguen llegando más minerales a los océanos, su nivel de salinidad se mantiene estable: unas treinta y cinco partes de sal por mil de agua. Es patente, pues, que en los mares existe un ciclo constante de entrada y salida de sales y demás minerales, lo que nos lleva a la pregunta: ¿cómo se eliminan las sales?
Muchos de los componentes de la sal son absorbidos por organismos vivos. Por ejemplo, los pólipos del coral, los moluscos y los crustáceos recolectan calcio (un componente de la sal) para formar sus conchas y esqueletos, mientras que las algas microscópicas y las diatomeas extraen sílice. Además, las bacterias y otros organismos consumen materia orgánica disuelta en los océanos. Cuando todos estos organismos mueren o son digeridos, las sales y los minerales de sus cuerpos terminan depositándose en el lecho marino (5).
Muchas sales no se eliminan mediante procesos bioquímicos, sino por otros medios. Por ejemplo, el barro y otros sedimentos que llegan al mar a través de los ríos, los deslaves y la precipitación de cenizas volcánicas atrapan a veces las sales y las depositan en el lecho oceánico. También hay sales que se adhieren a las rocas. De modo que existen diversos procesos por los que gran parte de la sal termina en el fondo del mar (6).
Muchos investigadores creen que ciertos fenómenos geofísicos intervienen para completar el ciclo, pero en el transcurso de millones de años. Por ejemplo, la corteza terrestre está compuesta de varias placas gigantescas, que se unen en ciertos puntos llamados zonas de subducción, donde una de las placas se hunde por debajo de la otra en el candente manto terrestre. Por lo general, la placa oceánica, la cual es más densa, se hunde por debajo de la placa continental vecina, que es más ligera, y arrastra consigo su cargamento de sedimentos salinos, igual que lo haría una enorme cinta transportadora. Así, gran parte de la corteza terrestre se recicla lentamente (7). Los terremotos, los volcanes y las fallas geológicas son tres manifestaciones de este proceso. *
Estabilidad sorprendente
La salinidad del mar varía de un sitio a otro y a veces de una temporada a otra. Las aguas abiertas más saladas son las del golfo Pérsico y el mar Rojo, pues su índice de evaporación es muy alto. En las regiones oceánicas que reciben mucha lluvia o agua dulce de los ríos, la salinidad es inferior al promedio. Lo mismo ocurre cerca de donde se derrite el hielo polar, que en realidad es agua dulce congelada. En cambio, cuando el hielo se está formando, el agua de mar circundante se hace más salada. Pero en términos generales, la salinidad de los océanos es sumamente estable.
El pH (medida que indica la acidez o alcalinidad) del agua de mar también es bastante estable. Siete es neutro, y el agua marina tiene entre 7,4 y 8,3, lo que significa que es ligeramente alcalina (la sangre humana tiene 7,4, aproximadamente). Si el pH se saliera de esos márgenes, los océanos estarían en graves problemas. De hecho, eso es justo lo que temen algunos científicos, pues gran parte del dióxido de carbono que lanza el ser humano a la atmósfera termina en los océanos, donde reacciona con el agua y forma ácido carbónico. De modo que el ser humano bien pudiera estar aumentando poco a poco la acidez de los mares.
Aún no se entienden en su totalidad los múltiples mecanismos que mantienen la estabilidad química del agua de mar, pero lo poco que sabemos realza la inmensa sabiduría del Creador, quien cuida de la obra de sus manos (Revelación [Apocalipsis] 11:18).
[Nota]
^ párr. 10 Véase el artículo “Se desentrañan los secretos del fondo oceánico” en ¡Despertad! del 22 de noviembre de 2000.
[Ilustración de las página 16 y 17]
(Para ver el texto en su formato original, consulte la publicación)
Lluvia
1 Minerales en las rocas
2 Chimenea hidrotermal
3 Erupción submarina
4 Viento
OCÉANO
LECHO OCEÁNICO
CORTEZA TERRESTRE
5 Diatomeas
6 Precipitación de cenizas volcánicas
7 ZONA DE SUBDUCCIÓN
[Reconocimientos]
Chimenea: © Science VU/Visuals Unlimited; erupción: REUTERS/Japan Coast Guard/Handout
Diatomeas: Dr. Neil Sullivan, USC/NOAA Corps; foto de volcán: Dept. of Interior, National Park Service
[Ilustración y recuadro de la página 18]
Las sales marinas
Tras más de un siglo de estudios científicos, los conocimientos sobre la composición química del agua marina siguen siendo incompletos. Con todo, se ha podido aislar los distintos componentes disueltos de las sales y calcular sus proporciones. La lista incluye:
[Ilustración]
55% cloruro
30,6 sodio
7,7 sulfato
3,7 magnesio
1,2 calcio
1,1 potasio
0,4 bicarbonato
0,2 bromuro
y varios otros, como borato, estroncio y fluoruro
[Ilustración y recuadro de la página 18]
Más salado que el océano
Algunos lagos son más salados que el océano. El mejor ejemplo lo tenemos en la masa de agua más salada del mundo: el mar Muerto, llamado en tiempos bíblicos mar Salado (Números 34:3, 12). Al entrar en él, el agua ya lleva en disolución sales y otros minerales. Pero puesto que sus orillas se encuentran en el punto seco más bajo del planeta, el agua solo puede salir de una forma: por evaporación, proceso que en este lugar es capaz de hacer bajar el nivel del agua hasta 2,5 centímetros [1 pulgada] al día en verano.
Por esta razón, la concentración de sal en la capa superior del agua de este lago es de un 30%, es decir, casi diez veces mayor que en el Mediterráneo. Y como la salinidad eleva la densidad del agua, los bañistas casi no se hunden. De hecho, pueden tenderse de espaldas sobre el agua y leer el periódico sin ningún tipo de flotador.
[Recuadro de la página 18]
La sal limpia el aire
La ciencia ha demostrado que las partículas contaminantes que pasan del aire a las nubes dificultan la precipitación sobre la tierra seca, pero sobre el mar es más fácil que las nubes contaminadas se conviertan en lluvia. La diferencia se atribuye a las sales que expulsan al aire las salpicaduras del agua marina.
Por lo común, las gotitas de agua que se forman sobre las partículas contaminantes son tan pequeñas y livianas que se mantienen flotando en el aire y, por lo tanto, no llueve. Ahora bien, las partículas aéreas de sal marina causan la condensación de las nubes oceánicas al atraer varias gotas pequeñas para formar otras más grandes y pesadas, provocando la lluvia que, de paso, limpia la atmósfera de contaminantes.