La paz mundial no es solo una ilusión
La paz mundial no es solo una ilusión
SI Alfred Nobel pudiera echar una mirada retrospectiva al siglo pasado, ¿vería con optimismo las perspectivas de paz mundial? Seguramente le alegraría saber que hay mucha gente que no escatima esfuerzos por acabar con las guerras. No obstante, se toparía con la cruda realidad. El profesor Hugh Thomas resume bien la situación con estas palabras: “El siglo XX —aunque en general se destacó por sus mejoras sociales y una mayor consideración con los pobres por parte de los gobiernos— ha estado dominado por la ametralladora, el tanque, el bombardero B-52, la bomba nuclear y, por último, el misil. Se ha caracterizado por las guerras más sangrientas y destructivas de toda la historia”. Y añade que “es, por tanto, muy discutible calificarlo en realidad de progresivo”.
¿Son más halagüeñas las perspectivas de paz mundial ahora, en el siglo XXI? ¡De ninguna manera! En alusión a los atentados de Nueva York y Washington, perpetrados el 11 de septiembre de 2001, la revista Newsweek informa: “En un mundo en el que los Boeing 767 pueden convertirse en misiles dirigidos, nada parece imposible, ridículo o, peor aún, previsible”.
Hay quienes afirman que, para que la paz mundial sea una realidad, deben darse dos condiciones: la primera es que se produzcan cambios radicales en la actitud y conducta de la humanidad, y la segunda, que todas las naciones se unan bajo un solo gobierno. La Biblia predice el día en que se alcanzará la paz, pero no gracias a las gestiones humanas. El Salmo 46:9 dice tocante al Creador, Jehová Dios: “Hace cesar las guerras hasta la extremidad de la tierra”. ¿Cómo lo conseguirá? Mediante su Reino, el que infinidad de personas sinceras han pedido en oración muchas veces. El Reino no es una condición de corazón difícil de definir, sino un verdadero gobierno por medio del cual Dios instaurará la paz de un confín a otro del planeta. Según Isaías, profeta inspirado por Dios, los súbditos de ese gobierno no “aprenderán más la guerra” (Isaías 2:4). Un programa de educación internacional enseñará a la gente a vivir en paz, de modo que “batir[án] sus espadas en rejas de arado y sus lanzas en podaderas”.
Los testigos de Jehová hacen eso mismo hoy día. Se niegan a empuñar armas contra su prójimo, pese a que pertenecen a grupos étnicos muy diversos y viven en más de doscientos países. Su postura neutral en medio de un mundo devastado por las guerras demuestra que la paz no es una utopía, sino una posibilidad realista.
Si desea aprender más sobre la esperanza bíblica de que llegue a haber auténtica paz mundial, sírvase escribir a los editores de esta revista, a la dirección de la página 5 más cercana a su domicilio, o póngase en contacto con los testigos de Jehová de su localidad.