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CUESTIÓN 3

¿De dónde provinieron las instrucciones?

¿De dónde provinieron las instrucciones?

¿Por qué es una persona físicamente como es? ¿Qué determina el color de sus ojos, de su pelo o de su piel? ¿De qué depende su estatura, su complexión o el parecido a uno o ambos padres? ¿Qué dicta que en la cara superior de la punta de sus dedos crezca una uña protectora y que la cara opuesta sea una blanda almohadilla?

En los días de Charles Darwin, las respuestas a estas incógnitas se encontraban envueltas en tinieblas. El propio Darwin estaba fascinado con la manera como los caracteres se transmiten de una generación a otra, aunque sabía poco de las leyes de la genética y menos aún de los mecanismos intracelulares que regulan la herencia. Los biólogos modernos, en cambio, llevan décadas estudiando la genética humana y las detalladas instrucciones que porta la extraordinaria molécula de ADN. Obviamente, la gran pregunta es de dónde provinieron dichas instrucciones.

¿Qué afirman muchos científicos? Muchos biólogos y otros científicos creen que el ADN y sus instrucciones codificadas son el resultado de procesos aleatorios, no dirigidos, que tuvieron lugar a lo largo de millones de años. Dicen que no hay prueba de diseño ni en la estructura de esta molécula ni en la información que contiene y transmite ni en su funcionamiento.17

¿Qué dice la Biblia? La Biblia indica que la formación de las partes del cuerpo, así como la secuencia en que aparecen, entraña la existencia de un libro simbólico cuyo autor es Dios. Notemos la siguiente descripción inspirada que hizo el rey David: “Tus ojos [los de Dios] vieron hasta mi embrión, y en tu libro todas sus partes estaban escritas, respecto a los días en que fueron formadas y todavía no había una entre ellas” (Salmo 139:16).

¿Qué revelan las pruebas? Si la evolución es cierta, entonces la hipótesis de que el ADN es el resultado de una serie de hechos fortuitos debe ser, como mínimo, razonablemente posible. Y si la Biblia dice la verdad, entonces debe haber prueba sólida de que el ADN es el producto de una mente ordenada e inteligente.

Explicado en los términos más sencillos posibles, el tema del ADN es bastante comprensible... y fascinante. Por eso, hagamos otro viaje al interior de la célula, pero esta vez será una célula humana. Imaginemos que vamos a un museo concebido para enseñar cómo funciona una célula humana típica. El edificio entero es una réplica perfecta ampliada trece millones de veces. Su tamaño es el de un gigantesco estadio deportivo, de esos que tienen capacidad para 70.000 personas.

Al entrar, nos sobrecoge ver este maravilloso lugar repleto de formas y estructuras extrañas. Hacia el centro divisamos el núcleo, una esfera de unos veinte pisos de altura. Resueltos, nos abrimos paso hasta allí.

Una “proeza de la ingeniería”. Empaquetamiento del ADN: Empaquetar el ADN en el núcleo es toda una proeza de la ingeniería, algo así como tratar de acomodar 40 kilómetros (24 millas) de hilo muy fino dentro de una pelota de tenis

Entramos por una puerta de la capa exterior, o membrana nuclear, y miramos a nuestro alrededor. Dominando el recinto se hallan 46 cromosomas. Están dispuestos en pares idénticos y varían en altura; de hecho, el más cercano a nosotros es como de doce pisos (1). Los cromosomas presentan un estrechamiento por la parte media y semejan salchichas, pero son tan gruesos como el tronco de un gran árbol. Observamos un conjunto de bandas que los cruzan horizontalmente. Vistas de cerca, notamos que las bandas están divididas por líneas verticales y que entre estas últimas hay líneas horizontales más pequeñas (2). ¿Qué son? ¿Pilas de libros? No. Son los bordes exteriores de bucles densamente empaquetados en columnas. Halamos uno, y sale con facilidad. Nos admiramos al ver que el bucle está integrado a su vez por espirales de menor tamaño (3), también perfectamente ordenadas. El interior de las espirales alberga el elemento más importante de todos, algo parecido a una cuerda larguísima. ¿De qué se trata?

LA ESTRUCTURA DE UNA ASOMBROSA MOLÉCULA

Denominemos cuerda a esta parte del modelo de cromosoma. Tiene unos dos centímetros y medio (una pulgada) de espesor y está fuertemente enrollada en carretes (4), lo que propicia la formación de espirales dentro de espirales. Una especie de andamiaje les sirve de soporte. La cuerda está empaquetada de un modo muy eficaz, explica una pantalla del museo. Si sacáramos la cuerda de cada uno de los modelos de cromosoma y las pusiéramos todas bien estiradas una detrás de otra, abarcarían más o menos la mitad de la circunferencia terrestre. a

Un libro de ciencia llama a este eficaz sistema de empaquetamiento “una portentosa proeza de la ingeniería”.18 ¿Le parece a usted creíble la idea de que no hubo un ingeniero detrás de ello? Si el museo tuviera una espaciosa tienda donde se exhibieran para la venta millones de objetos, todos ordenados cuidadosamente a fin de que uno encuentre fácilmente lo que necesita, ¿supondría que nadie la organizó? Claro que no, si bien tal orden no sería nada en comparación con la proeza ya descrita.

Ahora se nos invita a tomar en las manos un segmento de la cuerda y contemplarlo de cerca (5). Al palparla, advertimos que no es una cuerda ordinaria: está formada por dos hebras enrolladas una alrededor de la otra y unidas por pequeñas barras equidistantes. El conjunto tiene el aspecto de una escalera de caracol (6). Entonces caemos en la cuenta: tenemos en la mano un modelo de la molécula de ADN, uno de los grandes enigmas de la vida.

Una molécula de ADN, cuidadosamente empaquetada con sus carretes y andamiaje, forma un cromosoma. Los peldaños de la escalera se conocen como pares de bases (7). ¿Cuál es su función? ¿Para qué sirve todo esto? Otra pantalla nos brinda una explicación simplificada.

LO ÚLTIMO EN SISTEMAS DE ALMACENAMIENTO DE DATOS

La clave para descifrar el ADN reside en los peldaños que conectan los dos lados de la escalera, dice la pantalla. Visualicemos la escalera partida por la mitad. De cada lado cuelgan peldaños incompletos. Estos vienen en cuatro variedades únicamente, designados con las letras A, T, G y C. ¡Qué sorpresa se llevaron los científicos al descubrir que el orden de estas letras formaba una especie de código para transmitir información!

Sabemos que en el siglo XIX se ideó el código morse para la transmisión de mensajes telegráficos. Combinando solo dos “letras” (punto y raya), este alfabeto podía crear infinidad de palabras y frases. Pues bien, el ADN utiliza un código de cuatro letras: A, T, G y C. La combinación de estas letras forma “palabras” denominadas codones; los codones, a su vez, componen “historias”, que reciben el nombre de genes. Cada gen contiene 27.000 letras en promedio. Los genes y los largos tramos que los separan conforman “capítulos”, que son los cromosomas. Veintitrés cromosomas constituyen el “libro” completo, o genoma: el conjunto de información genética sobre un organismo. b

El genoma sería un libro inmenso. ¿Cuánta información contendría? El genoma humano está constituido por unos tres mil millones de pares de bases, o peldaños.19 Imaginemos una enciclopedia formada por volúmenes de más de mil páginas cada uno. El genoma llenaría 428 de tales volúmenes; sumándole el duplicado que posee cada célula, el número ascendería a 856. Si una persona se dedicara a teclear la información del genoma en una jornada de cuarenta horas semanales, sin vacaciones, tardaría alrededor de ochenta años.

Por supuesto, el resultado final no sería de ningún provecho, pues ¿cómo se meten centenares de pesados volúmenes en cada una de los 100 billones de microscópicas células que componen el cuerpo humano? Comprimir tanta información desborda por mucho nuestra capacidad.

Un profesor de Biología Molecular y Ciencias Informáticas dijo: “Un gramo de ADN, que ocupa, en seco, alrededor de un centímetro cúbico, puede almacenar aproximadamente la información de un billón [1012] de discos compactos”.20 ¿Qué implica esto? Recordemos que el ADN contiene los genes, las instrucciones para construir un cuerpo humano único. Toda célula posee un juego completo de instrucciones. El ADN almacena tanta información que una cucharadita contendría las instrucciones para construir trescientas cincuenta veces la población mundial. La cantidad requerida para recrear los 7.000 millones de personas que hoy habitan la Tierra apenas formaría una película en la superficie de la cucharita.21

¿UN LIBRO SIN AUTOR?

Un gramo de ADN contiene tanta información como un billón de discos compactos

Pese a los adelantos en las técnicas de miniaturización, el hombre no ha inventado un dispositivo para almacenar datos que siquiera se aproxime a tal capacidad. Aun así, usaremos el disco compacto a título de ejemplo. Quizás a usted le impresione su figura simétrica, su superficie brillante, su eficaz diseño. Es obvio que fue hecho por alguien inteligente. Suponga ahora que el disco almacena, no información confusa o embarullada, sino instrucciones coherentes y detalladas sobre la manera de construir, mantener y reparar maquinaria compleja. Esta información no altera de modo perceptible su peso o tamaño y, sin embargo, en ella radica su principal valor. ¿No lo convencerían dichas instrucciones escritas de que allí debió de intervenir una mente inteligente? ¿Acaso no requiere la escritura la existencia de un escritor?

Comparar el ADN con un disco compacto o un libro no es descabellado. De hecho, una obra sobre el genoma dice: “La idea de considerar el genoma como un libro no es, en rigor, siquiera una metáfora. Es literalmente cierta. Un libro es una pieza de información digital [...]. También lo es un genoma”. Y agrega: “El genoma es un libro muy inteligente, porque en condiciones adecuadas puede fotocopiarse y leerse a sí mismo”.22 Lo anterior nos lleva a otro importante aspecto del ADN.

MÁQUINAS EN MOVIMIENTO

Mientras estamos allí parados en completa quietud, nos preguntamos si el núcleo celular es tan estático como un museo. Entonces vemos una urna de cristal que guarda un modelo de segmento de ADN y, sobre ella, otra pantalla que dice: “Pulse el botón para una demostración”. Pulsamos y oímos a un narrador decir: “El ADN realiza por lo menos dos tareas cruciales. La primera se llama replicación. El ADN debe copiarse a fin de dotar a toda nueva célula de un juego completo de la misma información genética. Observe la siguiente simulación”.

Por una puerta situada en un extremo de la urna vemos entrar una máquina bastante complicada. Se trata, en realidad, de una piña de robots. La máquina se acopla a la molécula de ADN y empieza a deslizarse como un tren sobre rieles. Puesto que va un poco rápido, no distinguimos bien lo que hace, pero sí nos percatamos de que detrás de ella hay ahora dos cuerdas completas de ADN en vez de una.

El narrador explica: “Esta es una versión bastante simplificada de lo que sucede cuando el ADN se replica. Un grupo de máquinas moleculares llamadas enzimas se desplazan a lo largo del ADN y lo desdoblan en dos; luego toman cada hebra como molde y generan una nueva hebra complementaria. Resulta imposible mostrarles todos los dispositivos que entran en acción, como el aparatito que va delante de la máquina replicadora cortando una de las dos hebras para que el ADN rote libremente y así evitar el superenrollamiento. Tampoco podemos enseñarles cómo se efectúan las múltiples ‘correcciones de pruebas’. Las erratas se detectan y se enmiendan con pasmosa exactitud [véase el dibujo de las  páginas 16 y 17].

”Lo que sí podemos enseñarles es la velocidad. ¿Se fijó en aquel robot que va a toda marcha? En la realidad, la maquinaria de enzimas avanza sobre los ‘rieles’ del ADN a una velocidad de 100 travesaños, o pares de bases, por segundo.23 Si los ‘rieles’ fueran los de una vía férrea, esta ‘locomotora’ circularía a una velocidad de 80 kilómetros (50 millas) por hora. En las bacterias, estas diminutas máquinas replicadoras alcanzan una velocidad diez veces mayor. En la célula humana, legiones de dichas máquinas se ponen a trabajar en distintas secciones de los ‘rieles’ del ADN y copian el genoma entero en tan solo ocho horas.”24 (Véase el recuadro  “Una molécula que se lee y se copia”, de la página 20.)

“LECTURA” DEL ADN

Los robots replicadores de ADN salen de la escena. Aparece otra máquina, que también se desplaza a lo largo de un tramo de ADN, aunque más lenta. Vemos entrar la cuerda de ADN por un extremo y salir por el otro... intacta. Pero una nueva hebra sencilla brota por un orificio distinto de la máquina, como una cola creciente. ¿Qué está pasando?

El narrador prosigue: “La segunda tarea que realiza el ADN se llama transcripción. El ADN nunca abandona el refugio seguro del núcleo. Entonces, ¿cómo se leen y se utilizan sus genes, es decir, las recetas para fabricar todas las proteínas constitutivas del cuerpo humano? Primero, la máquina de enzimas que estamos viendo localiza una región del ADN donde se ha activado un gen mediante señales químicas procedentes del exterior del núcleo; enseguida, hace una copia del gen valiéndose de una molécula de ARN. El ARN se parece bastante a una hebra sencilla de ADN, pero es diferente. Su tarea consiste en recoger la información codificada de los genes contenidos en el ADN. Extrae dicha información mientras se halla en la máquina de enzimas y la transporta fuera del núcleo a uno de los ribosomas, donde será utilizada para sintetizar una proteína”.

La demostración nos ha deslumbrado. Quedamos muy impresionados por el museo y por el ingenio de quienes diseñaron y construyeron sus máquinas. ¿Y si fuera posible poner en marcha el museo con todas sus piezas para demostrar las miles y miles de tareas que se llevan a cabo simultáneamente en la célula humana? ¡Eso sí que sería un espectáculo!

Pues bien, todos esos procesos que realizan diminutas máquinas sofisticadas están teniendo lugar ahora mismo en los 100 billones de células de nuestro organismo. El ADN está siendo leído para fabricar, en conformidad con sus instrucciones, los cientos de miles de proteínas diferentes que constituyen el cuerpo (sus enzimas, tejidos, órganos, etc.). Al mismo tiempo, está siendo copiado y corregido a fin de que cada célula nueva posea un juego limpio de instrucciones.

¿QUÉ IMPORTANCIA TIENEN ESTOS HECHOS?

Formulemos otra vez la pregunta: “¿De dónde provinieron estas instrucciones?”. La Biblia señala que el “libro” y su contenido proceden de un autor sobrehumano. ¿Es esta una conclusión desfasada o poco científica?

Reflexionemos sobre lo siguiente: ¿puede el hombre construir un museo como el de nuestro ejemplo? Sus intentos tropezarían con verdaderas dificultades. Hay muchos detalles del genoma humano y sus funciones que aún no se comprenden. Los investigadores siguen tratando de localizar todos los genes y conocer sus funciones. Y los genes son solo una pequeña porción de la cuerda de ADN. Por ejemplo, ¿cuál es el objetivo de los largos tramos que no contienen genes? En un principio, se los denominó “ADN basura”, pero ahora la tendencia está cambiando, pues es posible que tales segmentos controlen la manera y el grado de utilización de los genes. Aun si los científicos lograran crear un modelo completo del ADN, con sus máquinas copiadoras y correctoras, ¿podrían hacerlo funcionar como el original?

Poco antes de morir, el famoso físico Richard Feynman escribió la siguiente nota en un tablero: “Lo que no puedo crear, no lo entiendo”.25 Da gusto su modestia, y sus palabras son muy ciertas en lo referente al ADN. Los científicos ni pueden crear ADN con todos sus mecanismos de replicación y transcripción ni lo entienden a la perfección; sin embargo, algunos afirman saber que todo apareció por azar, sin dirección alguna. ¿Apoyan tal conclusión las pruebas que hemos analizado?

Varios especialistas han concluido que las pruebas apuntan en la dirección contraria. Francis Crick, uno de los biólogos que descubrió la estructura de doble hélice de la molécula de ADN, opina que es demasiado compleja para haberse formado mediante sucesos aleatorios. Su hipótesis es que seres extraterrestres inteligentes debieron de enviar ADN a la Tierra para sembrar aquí la vida.26

En años más recientes, la postura del destacado filósofo Antony Flew, tenaz defensor del ateísmo durante medio siglo, dio un giro radical. A sus 81 años empezó a creer que una inteligencia tuvo que haber intervenido en la creación de la vida. ¿Qué propició el cambio? Un estudio del ADN. Cuando se le preguntó sobre la incomodidad que su nueva filosofía podría causar en la comunidad científica, respondió: “Lo siento. Toda la vida me he guiado por el principio [...] de seguir la prueba adondequiera que lleve”.27

¿Qué opina? ¿Adónde llevan las pruebas? Imagine que usted ve una sala de computadoras en el corazón de una fábrica. Un complejo programa maestro dirige todas las actividades. Es más, envía constantemente instrucciones sobre cómo construir y mantener cada una de las máquinas que hay allí y hace copias de sí mismo, las cuales somete a una corrección de pruebas. ¿A qué conclusión llegaría: que las computadoras y el programa se hicieron a sí mismos, o que fueron hechos por mentes ordenadas e inteligentes? Las pruebas hablan por sí solas.

a El libro de texto Biología molecular de la célula emplea una escala diferente. Dice que tratar de empaquetar estos largos filamentos en el núcleo de una célula sería como tratar de empaquetar 40 kilómetros (24 millas) de un hilo extremadamente fino en el interior de una pelota de tenis, pero haciéndolo de tal forma que cada sección del hilo permaneciera accesible.

b Las células poseen dos copias íntegras del genoma, para un total de 46 cromosomas.