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PREDICAMOS Y ENSEÑAMOS POR TODA LA TIERRA

Oceanía

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Prepararon paquetes de publicaciones

Hay muchas islas de Micronesia en las que casi nunca se han predicado las buenas nuevas. Por eso, un grupo de publicadores de las islas Marshall organizó un viaje en barco de dos semanas para visitar algunas de estas islas. Partieron de la isla de Majuro y llegaron a las islas Wotje y Ormed, en el atolón de Wotje.

Para que el mensaje llegara al mayor número de personas posible, los hermanos prepararon paquetes de publicaciones antes de iniciar el viaje. Cada paquete contenía cuatro revistas y dos folletos. Como los publicadores no sabían cuándo regresarían a las islas, les dejaron un paquete a todos los que mostraron interés por las buenas nuevas y les dijeron que les pasaran las publicaciones a sus familiares y amigos. En las dos semanas que duró el viaje, los publicadores distribuyeron 531 folletos, 756 revistas y 7 libros.

“Gracias por acordarte de nosotros”

En febrero de 2014, seis Testigos de Papúa Nueva Guinea emprendieron una gira de predicación de diez días por los pueblos de la isla volcánica de Karkar. Encontraron muchos corazones receptivos y dejaron 1.064 publicaciones bíblicas. Una hermana llamada Relvie comentó: “El primer día se nos hicieron las tres de la tarde y aún seguíamos predicando. Nos habíamos quedado sin agua y habíamos hablado tanto que nos dolían las mandíbulas y teníamos la boca seca. Mientras conversaba con una muchacha, quise leerle un texto bíblico, pero no pude debido a la sed. Justo en ese momento, ella me ofreció un poco de agua”.

La noche antes de marcharse de uno de los pueblos, los publicadores se reunieron con muchos de los vecinos, entre los que también estaban los líderes de una iglesia local. Relvie cuenta: “Me sentí como Esteban defendiendo la verdad ante el Sanedrín, con la diferencia de que nuestro auditorio era más amable”. Cuando los seis publicadores terminaron de hablar, la coordinadora de la escuela dominical luterana se levantó y le dio las gracias a su tía, que era una de las publicadoras, por haber venido a predicar al pueblo. “Tu buen ejemplo —dijo ella— me hace pensar en la samaritana que fue y le contó a su familia las cosas buenas que le había enseñado Jesús. Gracias por acordarte de nosotros.”

¿Demasiado pequeños para predicar?

Kiribati: Teariki y su padre

En la isla de Tarawa, que pertenece a Kiribati, un niño de siete años llamado Teariki predicaba una mañana con su padre, Tueti. Visitaron un hogar en el que había un grupo de unos diez jóvenes de veintitantos años. Después de que el padre les presentara el mensaje del Reino, uno de ellos le dijo: “Siempre los vemos predicando con sus hijos. ¿Por qué los hacen ir con ustedes? Son muy pequeños para hablar de Dios”.

Tueti respondió: “¿Quieren ver cómo predica mi hijo? Me voy fuera, así hablan ustedes con él”. A todo el grupo le pareció bien.

Cuando el padre salió, Teariki les preguntó: “¿Saben el nombre de Dios?”.

Uno de los jóvenes dijo: “Sí, es Jesús”. Otro contestó: “Dios”, y un tercero, “Señor”.

Entonces Teariki les dijo: “Vamos a ver lo que dice la Biblia, aquí en Isaías 42:5”. Después de leérselo, les preguntó de quién se estaba hablando.

Una muchacha contestó: “De Dios”. Y Teariki respondió: “Sí, del Dios verdadero. Si seguimos leyendo, en el versículo 8, ¿qué nos dice el Dios verdadero? ‘Yo soy Jehová. Ese es mi nombre; y a ningún otro daré yo mi propia gloria.’ Entonces, ¿cuál es el nombre de Dios?”.

Todos dijeron: “Jehová”.

Ahora que había captado la atención de todos, el niño les preguntó: “¿Por qué es bueno usar el nombre de Dios? La respuesta está en Hechos 2:21: ‘Y todo el que invoque el nombre de Jehová será salvo’. Así que, ¿por qué deberíamos usar el nombre de Dios?”.

Otra de las muchachas contestó: “Para salvarnos”.

En ese momento, Tueti regresó y les preguntó: “Entonces, ¿qué piensan? ¿Son nuestros hijos demasiado pequeños para predicar? ¿Está bien que nos acompañen?”. El grupo estuvo de acuerdo en que los niños saben predicar y está bien que lo hagan. Tueti les dijo: “Si aprenden sobre la Biblia, ustedes también podrán predicar como mi hijo”.

Un pueblito de montaña recibe alimento espiritual

Jean-Pierre, que trabaja en el centro de traducción de Port Vila, en Vanuatu, viajó a su isla natal en noviembre de 2013 para asistir a una asamblea de circuito. Tan pronto como aterrizó, unas personas del sur de la isla que estaban interesadas en el mensaje lo abordaron para pedirle publicaciones bíblicas. Les dio casi todas las revistas que tenía. En eso se le acercó un líder religioso que, aparte de pedirle publicaciones, le suplicó que fuera a su pueblo. ¿Por qué? El hombre le explicó: “En sentido espiritual, estamos muertos de hambre. Tiene que venir a contestar nuestras preguntas”. El día después de la asamblea, Jean-Pierre madrugó para emprender una larga caminata montaña arriba. Cuando por fin alcanzó la cima en la que estaba el pueblo, los lugareños le dieron una cálida bienvenida. Entonces, el hermano analizó con ellos el tratado Noticias del Reino número 38, titulado ¿Será posible que los muertos vuelvan a vivir? Les pidió a las más o menos treinta personas que estaban allí reunidas que siguieran la lectura de los textos bíblicos en sus biblias. Estuvieron hablando durante casi siete horas. No había duda: estaban muy hambrientas en sentido espiritual. Un hombre de 70 años dijo: “No había escuchado en mi vida una explicación tan clara sobre el estado de los muertos”.

Jean-Pierre pasó esa noche en el pueblo, en la misma habitación que el pastor. A la mañana siguiente, cuando se levantó, lo vio leyendo una de las revistas y le preguntó qué leía. El pastor le dijo muy contento que leía un artículo sobre el Reino de Dios. Estaba de acuerdo en que las palabras de Jesús registradas en Lucas 17:21 no se referían a que el Reino de Dios se hallara en el corazón de los fariseos. Y que por tanto, el Reino de Dios no puede estar en el corazón de las personas, como enseña su iglesia. Desde Port Vila, Jean-Pierre sigue cultivando por teléfono el interés de los isleños. Además, tres hermanos de una congregación cercana se ofrecieron para celebrar allí la Conmemoración, a la que asistieron nada más y nada menos que 109 personas.

Vanuatu