Primera a los Corintios 9:1-27
Notas
Notas de estudio
apóstol. Ver la nota de estudio de Ro 1:1.
una esposa creyente. O “una hermana como esposa”, es decir, una esposa cristiana. En la congregación, a las mujeres se las considera hermanas en sentido espiritual (Ro 16:1; 1Co 7:15; Snt 2:15).
Cefas. Uno de los nombres del apóstol Pedro (ver las notas de estudio de Mt 10:2; 1Co 1:12). Aquí se habla de Cefas como hombre casado. En los Evangelios se dice que su suegra vivía en la casa que él compartía con su hermano Andrés (Mt 8:14; Mr 1:29-31; ver la nota de estudio de Lu 4:38). En este versículo se indica que la esposa de Cefas a veces lo acompañaba mientras él realizaba su ministerio. Y lo mismo se dice de las esposas de otros apóstoles y de las de los medio hermanos de Jesús.
pagando sus propios gastos. Lit. “con sus propios salarios”. Pablo usa aquí un término griego que se refiere a los alimentos y otras provisiones materiales que recibían los soldados (ver la nota de estudio de Lu 3:14). En este contexto, el término se usa en sentido figurado para indicar que los “soldados” cristianos que trabajan duro merecen una ayuda material razonable.
¿Es por los toros por lo que Dios se preocupa? Pablo acaba de citar el mandato de la Ley mosaica que dice: “No le pongas un bozal al toro mientras trilla el grano” (Dt 25:4). Y ahora hace esta pregunta retórica para dejar claro su argumento. Tal como un toro tiene derecho a alimentarse del grano que está trillando, el cristiano que da cosas espirituales a otros también merece recibir ayuda material. En 1Co 9:10, Pablo dice que esta ley de Dt 25:4 “se escribió por nosotros”. Con esto, no quiere decir que los cristianos puedan pasar por alto el principio divino de tratar bien a los animales. Más bien, está diciendo que, si ese principio se aplica a los animales que están trabajando, con mucha más razón debe aplicarse a los seres humanos, sobre todo a los que trabajan duro en el servicio a Dios.
mi obligación. O “una necesidad para mí”. Como Pablo había recibido la comisión de predicar, se sentía obligado a realizar esta tarea (Hch 9:15-17; Gál 1:15, 16). El término griego que aquí se traduce como “obligación” también se ha traducido como “es necesario” (Ro 13:5). Pablo dice a continuación: “¡Ay de mí si no predicara las buenas noticias!”. La palabra griega para “ay” expresa la angustia que Pablo sentiría si no cumpliera con su obligación. Su propia vida dependía de que realizara lealmente esta tarea (comparar con Eze 33:7-9, 18; Hch 20:26). Puede que Pablo tuviera en mente las palabras de Jeremías y Amós (Jer 20:9; Am 3:8). Aun así, su motivo para predicar no era un simple sentido del deber, sino el amor (2Co 5:14, 20; Flp 1:16).
Con los judíos me hice como judío. Como Pablo era de origen judío y deseaba hacer “todas las cosas por las buenas noticias”, estaba bien preparado para ayudar a los judíos de actitud humilde a aceptar a Jesús como el Mesías (1Co 9:23). Por ejemplo, con el consentimiento de Timoteo, Pablo “se lo llevó y lo circuncidó debido a los judíos”. Y lo hizo aunque la circuncisión no era un requisito cristiano (Hch 16:1-3).
Con los que están sin ley me hice como sin ley. La expresión “los que están sin ley” se refiere a los que no estaban bajo la Ley mosaica, es decir, a los gentiles o no judíos. Cuando Pablo estuvo en Atenas y le dio testimonio a un grupo de griegos, tuvo en cuenta su forma de pensar y les habló de un Dios que era desconocido para ellos. Incluso les citó palabras de sus propios poetas (Hch 17:22-34).
Con los débiles me hice débil. Aunque Pablo se expresaba con mucha convicción y seguridad, tenía en cuenta las conciencias sensibles de algunos judíos y gentiles de la congregación. En este sentido se hacía débil con los débiles (Ro 14:1, 13, 19; 15:1).
hago todas las cosas por las buenas noticias. Con estas palabras, Pablo muestra hasta qué punto adaptó sus métodos para que su mensaje resultara atrayente a una gran variedad de personas (1Co 9:19-23). Aun así, nunca contempló la posibilidad de manipular la palabra de Dios ni de actuar “con astucia”, o engaño, para hacer discípulos (2Co 4:2).
los corredores de una carrera. Las competiciones atléticas eran una parte fundamental de la cultura griega. Por eso Pablo las usó en muchas ocasiones como ejemplos (1Co 9:24-27; Flp 3:14; 2Ti 2:5; 4:7, 8; Heb 12:1, 2). Los cristianos corintios conocían bien estas competiciones debido a los Juegos Ístmicos que se celebraban cada dos años cerca de Corinto. Es probable que Pablo estuviera en la ciudad cuando se celebraron los juegos del año 51 de nuestra era. Estos juegos eran los más importantes después de los Juegos Olímpicos, que se celebraban en Olimpia (Grecia). Los participantes en estas carreras corrían diversas distancias. Al usar en sus comparaciones a los corredores y los boxeadores, Pablo enseñó el valor de tener autocontrol, enfocar bien los esfuerzos y mostrar aguante (1Co 9:26).
una carrera. Aquí se emplea el término griego stádion (“estadio”). Este término puede referirse al lugar donde se celebraban las carreras u otras competencias atléticas, a una medida de longitud o a las propias carreras. En este contexto, Pablo se refiere a una carrera. La longitud del estadio griego variaba de un lugar a otro. En Corinto, por ejemplo, medía unos 165 m (540 ft). En cambio, el estadio romano medía 185 m (606,95 ft). Ver apén. B14.
solo uno recibe el premio. En las competiciones atléticas de la antigua Grecia, el ganador recibía como premio una corona, normalmente hecha de hojas. Era un símbolo de gran honor y, al parecer, se exhibía en el estadio para que los participantes pudieran verla. Pablo animó a los cristianos ungidos a esforzarse por conseguir algo mucho mejor que una corona que se marchita: la corona incorruptible de la vida inmortal. Para ganar la carrera, el cristiano tiene que mantener la mirada fija en el premio (1Co 9:25; 15:53; 1Pe 1:3, 4; 5:4).
todos los que participan en una competencia. O “todos los atletas”. El verbo griego empleado aquí está relacionado con un sustantivo que solía utilizarse para las competencias atléticas. Ese sustantivo se usa en sentido figurado para hablar de la “carrera” cristiana por la vida en Heb 12:1. También se emplea en sentido más general para referirse a una “lucha” (Flp 1:30; Col 2:1) o un “combate” (1Ti 6:12; 2Ti 4:7). Varias formas del verbo griego que se utiliza en 1Co 9:25 se han traducido como “esforzarse al máximo” (Lu 13:24), “luchar” (Col 1:29), hacer algo “con fervor” (Col 4:12), “esforzarse” (1Ti 4:10) y “pelear” (1Ti 6:12). Ver la nota de estudio de Lu 13:24.
demuestran autocontrol. Los atletas que se preparaban para competir se sometían a una dura disciplina. Muchos seguían una dieta estricta y algunos no bebían vino. El historiador Pausanias explica que el entrenamiento para los Juegos Olímpicos duraba 10 meses. Y se cree que el entrenamiento para otros juegos importantes tenía una duración similar.
peleo dándole golpes. Aquí Pablo se compara a un boxeador que quiere ganar el combate. Un boxeador bien entrenado no da golpes al aire, sino que los dirige bien sin desperdiciar sus energías. Del mismo modo, un cristiano tiene que enfocar bien sus esfuerzos y nunca perder de vista su objetivo final: la vida eterna (Mt 7:24, 25; Snt 1:22). Por eso lucha contra todos los obstáculos o problemas que puedan hacerle fallar, sean cuales sean, incluso si se originan dentro de él (1Co 9:27; 1Ti 6:12).
golpeo. O “castigo”, “disciplino estrictamente”. Este verbo griego literalmente significa ‘golpear debajo [es decir, bajo el ojo]’. El cristiano necesita disciplinarse, o sea, demostrar mucho autocontrol, aunque eso le resulte tan doloroso como un golpe bajo el ojo. Esa estricta disciplina personal contribuirá a que “no sea desaprobado” por Dios. Comparar con la nota de estudio de Lu 18:5.
Multimedia
En la antigüedad se usaban sellos por varias razones. Por ejemplo, se utilizaban para indicar autenticidad o acuerdo (ver glosario, sello). En el mundo grecorromano se registraban las transacciones legales o comerciales en tabletas de madera recubiertas de cera. La importante información de estos documentos debía ser autenticada por testigos. Cada testigo tenía su propio sello, que era una marca distintiva a menudo grabada en un anillo. El documento se ataba con una cuerda, se derretía un poco de cera encima y se presionaba el sello en la cera caliente. Cuando la cera se enfriaba, el documento quedaba sellado y se conservaba así hasta que se abriera en público. De este modo, los testigos certificaban que el contenido era auténtico y se impedía que alguien lo alterara. Por esta razón, las expresiones sellar o poner un sello llegaron a usarse con el sentido de certificar, confirmar o autenticar la veracidad de algo. El apóstol Juan escribió que la persona que acepta el testimonio de Jesús está poniendo un sello, por decirlo así, para confirmar que Dios es fiel a la verdad. Ver la nota de estudio de Jn 3:33.
Estas fotos de comienzos del siglo veinte muestran a un agricultor trillando el grano con animales que llevan puesto un bozal. Lo primero que se hacía para separar el trigo de la paja era pasar sobre las espigas cortadas un trillo arrastrado por toros. A los toros solía colocárseles un bozal para que no comieran mientras trillaban. La Ley de Moisés reflejaba el amor de Jehová por los animales prohibiendo el uso de bozal durante esta labor (Dt 25:4). Sería muy cruel poner a trabajar tan duro a un animal hambriento y no dejarle comer algo del grano que tenía delante. Basándose en el principio que hay detrás de este mandato, el apóstol Pablo razonó que a los ministros cristianos que trabajaban duro se les debía permitir que recibieran la debida honra y ayuda material (1Co 9:9-14; 1Ti 5:17, 18).
La antigua ciudad de Corinto se encontraba situada en el istmo (franja estrecha de tierra) que conectaba la parte central de Grecia con la península del Peloponeso, al sur. Mucha gente atravesaba este istmo en sus viajes por tierra o por mar. La población de la ciudad era muy grande y procedía de muchas naciones y culturas. Pablo siempre buscó un terreno común con todo tipo de personas a fin de salvar a tantas como fuera posible (1Co 9:22). Como en una visión se le dijo que en Corinto había muchos que podían hacerse discípulos del Señor, el apóstol se quedó allí durante un año y medio (Hch 18:1, 9-11). Pocos años después, cuando ya estaba en Éfeso, se enteró de que los discípulos de Corinto se estaban enfrentando a graves problemas. Pablo los quería como a hijos. Por eso les dio consejos y ánimo en la carta inspirada que hoy se conoce como 1 Corintios (1Co 4:14).
En su primera carta a los corintios, el apóstol Pablo habló de los atletas que se entrenaban duro “para recibir una corona que se marchita”. Puede que estuviera pensando en el premio que recibían los ganadores de las competencias de los Juegos Ístmicos, que se celebraban cerca de Corinto. Cuando Pablo escribió esta carta, es probable que las coronas se hicieran con hojas de pino, aunque también es posible que a veces se usara apio silvestre. Cualquiera de los dos materiales se marchitaba rápidamente. Esta información ayuda a resaltar el contraste entre la gloria pasajera de los atletas y la gloria duradera de los cristianos ungidos que gobiernan con Cristo (1Co 9:25).