El alcatraz es un ave marina capaz de lanzarse al mar a una velocidad de 190 kilómetros (118 millas) por hora. Lo hace con una fuerza 20 veces superior a la fuerza de gravedad. ¿Cómo logra hacer este impresionante clavado vez tras vez y no morir en el intento?
Piense en lo siguiente: Antes de impactar contra el agua, el alcatraz echa las alas hacia atrás y toma la forma de una flecha. Para protegerse los ojos, los cubre con una membrana. Y, para amortiguar el golpe, infla los órganos que tiene en el cuello y en el pecho como si fueran bolsas de aire o airbags.
Al entrar en el agua, su pico, cabeza y cuello adoptan la forma de un cono. De esa manera, la fuerza del impacto se distribuye entre todos los músculos de su cuello. En tan solo un instante, el alcatraz ajusta los ojos para ver debajo del agua.
¿Hasta qué profundidad puede sumergirse? El impulso lo lleva a una profundidad de casi 11 metros (36 pies), pero con la ayuda de sus alas semiextendidas y de sus patas palmeadas puede descender aún más. Se ha visto a algunos alcatraces sumergirse a más de 25 metros (82 pies) de profundidad. Cuando termina de bucear, regresa a la superficie sin mayor esfuerzo, listo para volver a volar.
Mire cómo se lanza el alcatraz.
Los científicos diseñaron alcatraces biónicos para operaciones de búsqueda y rescate. Esperaban que estos robots pudieran lanzarse al agua, sumergirse, regresar a la superficie y volver a volar. Pero, durante las pruebas, uno de los prototipos se rompió varias veces por chocar contra el agua con demasiada fuerza. Los científicos tuvieron que admitir que su prototipo “no podía competir con el clavado del alcatraz”.
¿Qué le parece? ¿Es el impresionante clavado del alcatraz resultado de la evolución, o lo diseñó alguien?