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Cómo protegernos de esta trampa de Satanás

Cómo protegernos de esta trampa de Satanás

LOS israelitas estaban a punto de cruzar el río Jordán para entrar en la tierra que Dios les había prometido. Cierto día, llegaron unas extranjeras para invitar a los hombres a un banquete. Pudo haber parecido una oportunidad única y atractiva de hacer nuevos amigos, de bailar y de comer bien. Aunque las costumbres y la moralidad de aquellas mujeres no estaban de acuerdo con la Ley que Dios le había dado a la nación de Israel, algunos hombres pudieron haber pensado que tendrían cuidado y que no les pasaría nada.

Pero ¿qué ocurrió? La Biblia nos dice: “El pueblo comenzó a tener relaciones inmorales con las hijas de Moab”. En realidad, estas mujeres querían que los israelitas adoraran dioses falsos. Y eso fue lo que hicieron. Con razón, Jehová se enojó con Israel (Núm. 25:1-3).

Aquellos israelitas quebrantaron la Ley de Dios de dos formas: se inclinaron ante dioses falsos y cometieron actos de inmoralidad sexual. Miles murieron por desobedecer (Éx. 20:4, 5, 14; Deut. 13:6-9). ¿Por qué fue tan lamentable lo que hicieron? Por el momento en el que se encontraban. Si estos miles de hombres no hubieran violado la Ley de Dios, en poco tiempo habrían cruzado el Jordán y habrían entrado en la Tierra Prometida (Núm. 25:5, 9).

Recordando estos sucesos, el apóstol Pablo escribió la siguiente advertencia: “Estas cosas siguieron aconteciéndoles como ejemplos, y fueron escritas para amonestación de nosotros a quienes los fines de los sistemas de cosas han llegado” (1 Cor. 10:7-11). Sin duda, a Satanás le alegró que aquellos israelitas cayeran en un pecado grave y que, por tanto, no entraran en la Tierra Prometida. Debemos aprender una lección de su error, pues sabemos que a Satanás le encantaría lograr que no entremos en el nuevo mundo que Dios ha prometido.

UNA TRAMPA PELIGROSA

Para hacer caer a los cristianos, Satanás utiliza trampas que conoce muy bien y que le han funcionado con muchas personas. Como acabamos de ver, a los israelitas los hizo caer con las relaciones sexuales inmorales. Hoy, estas siguen siendo una trampa peligrosa. ¿Qué puede llevarnos a caer en ella? Una carnada muy efectiva es la pornografía.

En nuestros días, la gente a menudo puede ver pornografía sin que nadie se entere. Hace décadas, si alguien quería verla, tenía que ir al cine a ver una película o comprar en algún sitio revistas o libros de este tipo. Puede que muchos no lo hicieran por la vergüenza de que los vieran en esos lugares o cerca de ellos. Pero en la actualidad cualquier persona con acceso a Internet puede ver pornografía en su lugar de trabajo o incluso en un automóvil estacionado. Y, en muchos países, hombres y mujeres la tienen a su alcance sin siquiera tener que salir de su casa.

Pero eso no es todo. Con los dispositivos móviles, ahora es más fácil acceder a ella. Una persona puede ir caminando por la calle, en autobús o en tren, e ir viendo imágenes inmorales en su teléfono o tableta.

Como ahora es más fácil ver pornografía sin que otros lo sepan, esta trampa está causando daño como nunca antes. Por culpa de ella, una incontable cantidad de personas arruinan su matrimonio, su autoestima y su conciencia. Y, peor aún, ponen en peligro su amistad con Dios. Podemos estar seguros de que la pornografía tiene efectos muy negativos en el que la ve. En muchos casos, deja profundas heridas emocionales. Quizás estas vayan sanando poco a poco, pero tal vez queden cicatrices durante años.

Ahora bien, no olvidemos que Jehová nos ayuda a protegernos de esta trampa satánica. Si queremos contar con su protección, tenemos que hacer lo que los israelitas no hicieron: obedecer estrictamente lo que él les había dicho (Éx. 19:5). Debemos entender que Dios odia la pornografía. ¿Por qué lo decimos?

COMO JEHOVÁ, ODIEMOS LA PORNOGRAFÍA

Pensemos en lo siguiente: las leyes que Dios le dio a la nación de Israel en aquellos días eran únicas. Actuaban como un muro que mantenía a los israelitas apartados de las naciones vecinas y sus actos detestables (Deut. 4:6-8). Estas leyes dejaban clara una verdad fundamental: que Jehová odia la inmoralidad sexual.

Tras mencionar las prácticas pervertidas de las naciones vecinas, Jehová les dijo a los israelitas: “De la manera como hace la tierra de Canaán, en la cual voy a introducirlos, no deben hacer ustedes; [...] la tierra está inmunda, y traeré sobre ella castigo por su error”. Para el Dios santo de Israel, el estilo de vida de los cananeos era tan repugnante que dijo que la tierra en la que vivían se había vuelto inmunda, contaminada (Lev. 18:3, 25).

Aunque Jehová castigó a los cananeos, las prácticas sexuales inmorales no desaparecieron. Más de mil quinientos años después, Pablo dijo que las naciones en las que vivían los cristianos habían perdido “todo sentido moral”. De hecho, “se entregaron a la conducta relajada para obrar toda clase de inmundicia con avidez” (Efes. 4:17-19). Hoy también muchas personas son descaradamente inmorales. Los cristianos verdaderos deben hacer todo lo posible por no mirar las actividades inmorales de la gente de este mundo.

La pornografía muestra una profunda falta de respeto a Dios. Él nos creó a su imagen y semejanza, y nos dio un sentido de decencia. De manera sabia, dictó leyes sobre las relaciones sexuales y las creó para que las disfrutaran un hombre y una mujer casados (Gén. 1:26-28; Prov. 5:18, 19). Pero los que producen o promueven la pornografía desprecian las normas morales de Dios y le faltan el respeto. Por tal razón, él juzgará a estas personas (Rom. 1:24-27).

¿Y qué hay de las personas que leen o ven pornografía a propósito? Tal vez algunos digan que solo es entretenimiento inofensivo. Pero en realidad están apoyando a los que desprecian las normas divinas. Quizás esta no era su intención cuando empezaron a ver pornografía. Pero está claro que quienes sirven al Dios verdadero deben detestarla. La Biblia nos manda: “Oh amadores de Jehová, odien lo que es malo” (Sal. 97:10).

Incluso quienes desean evitar la pornografía se dan cuentan de que es difícil no caer en sus garras. Como somos imperfectos, quizás estemos luchando contra deseos sexuales inmundos. Además, nuestro corazón imperfecto pudiera hacernos pensar que no está mal desobedecer la ley de Dios (Jer. 17:9). Pero muchos que ahora son cristianos han ganado la batalla. Saber esto puede animar a los que están luchando contra la pornografía. Veamos cómo la Palabra de Dios puede ayudarnos a evitar esta trampa satánica.

RECHACEMOS LOS DESEOS INMORALES

Como vimos al principio del artículo, muchos israelitas dejaron que los malos deseos los llevaran al desastre. Lo mismo puede ocurrir hoy día. Santiago, que fue medio hermano de Jesús, describió así este peligro: “Cada uno es [...] provocado y cautivado por su propio deseo. Entonces el deseo, cuando se ha hecho fecundo, da a luz el pecado” (Sant. 1:14, 15). Cuando alguien deja que un mal deseo crezca hasta cierto punto en su corazón, es muy probable que llegue a pecar. Por ello, no sigamos pensando en nada inmoral; rechacemos los pensamientos inmorales.

Si nos damos cuenta de que los malos pensamientos no se van, hagamos algo enseguida. Jesús dijo: “Si tu mano o tu pie te está haciendo tropezar, córtalo y échalo de ti [...]. También, si tu ojo te está haciendo tropezar, arráncalo y échalo de ti” (Mat. 18:8, 9). Aquí Jesús no estaba hablando en sentido literal. Más bien, quería demostrar que es necesario eliminar de inmediato y con decisión lo que nos haga tropezar. ¿Cómo poner en práctica este consejo en el caso de la pornografía?

Imaginemos que vemos de repente una imagen pornográfica. No pensemos que no nos va a pasar nada. Apartemos la mirada de inmediato. Apaguemos enseguida el televisor, la computadora o el dispositivo móvil. Pensemos en algo decente. Hacer esto nos ayudará a controlar la mente, en lugar de permitir que los malos deseos nos controlen a nosotros.

QUÉ HACER CON LOS RECUERDOS DE IMÁGENES INMORALES

Las imágenes y los pensamientos pornográficos se pueden quedar grabados durante años en la mente y reaparecer sin previo aviso. Cuando eso ocurre, la persona puede sentir la tentación de masturbarse. Si usted ha dejado de ver pornografía pero de vez en cuando recuerda alguna imagen inmoral, le ayudará tener presente que esto es algo que le puede ocurrir y estar preparado para luchar contra los malos pensamientos.

Resuélvase a pensar y actuar en conformidad con la voluntad de Dios. Siga el ejemplo del apóstol Pablo, que dijo: “Aporreo mi cuerpo y lo conduzco como a esclavo” (1 Cor. 9:27). No deje que los pensamientos impuros lo esclavicen. Haga lo que dice Romanos 12:2: “Transfórmense rehaciendo su mente, para que prueben para ustedes mismos lo que es la buena y la acepta y la perfecta voluntad de Dios”. No olvide que pensar y actuar de acuerdo con la voluntad divina le dará más satisfacción que dejarse llevar por el deseo de pecar.

Pensar y actuar de acuerdo con la voluntad divina le dará más satisfacción que dejarse llevar por el deseo de pecar

Intente aprender de memoria algunos textos bíblicos que lo ayuden a pensar como Jehová en cuanto a la pornografía y a comprender lo que desea que usted haga. De este modo, cuando le vengan a la mente pensamientos incorrectos, oblíguese a pensar en dichos versículos. Algunos de estos son Salmo 119:37, Isaías 52:11, Mateo 5:28, Efesios 5:3, Colosenses 3:5 y 1 Tesalonicenses 4:4-8.

¿Y si en algún momento el deseo de ver algo inmoral o pensar en ello se vuelve demasiado intenso? Siga fielmente los pasos de nuestro modelo, Jesús (1 Ped. 2:21). Después de su bautismo, Satanás lo tentó en repetidas ocasiones. ¿Qué hizo Jesús? Siguió luchando contra él. Rechazó sus tentaciones citando una y otra vez porciones de las Escrituras. Le dijo: “¡Vete, Satanás!”, y este se retiró. Tal como Jesús no se dio por vencido en su lucha contra el Diablo, usted tampoco debe hacerlo (Mat. 4:1-11). Satanás y su mundo seguirán intentando llenar nuestra mente de pensamientos inmorales, pero no nos rindamos. Es posible ganar la batalla contra la pornografía. Con la ayuda de Jehová, podemos derrotar a nuestro enemigo.

OREMOS A JEHOVÁ Y SEAMOS OBEDIENTES

Sigamos orando a Jehová y pidámosle que nos ayude. Pablo dijo: “Dense a conocer sus peticiones a Dios; y la paz de Dios que supera a todo pensamiento guardará sus corazones y sus facultades mentales mediante Cristo Jesús” (Filip. 4:6, 7). Jehová nos dará la paz mental necesaria en nuestra lucha contra el pecado. Si nos acercamos a Dios, él se acercará a nosotros (Sant. 4:8).

La mejor protección contra cualquier peligro es tener cerca de nosotros al Soberano del universo. Jesús dijo sobre Satanás: “El gobernante del mundo viene. Y él no tiene dominio sobre mí” (Juan 14:30). ¿Por qué estaba tan seguro de esto? En cierta ocasión dijo: “El que me ha enviado está conmigo; no me ha dejado solo, porque yo siempre hago las cosas que le agradan” (Juan 8:29). Si hacemos lo que a Jehová le agrada, a nosotros tampoco nos dejará solos. Huyamos de la trampa de la pornografía, y Satanás no logrará vencernos.