El punto de vista bíblico
¿Quién es Satanás? ¿De verdad existe?
CON cierta frecuencia nos encontramos con que algún estudioso asegura que Satanás no es un ser real, sino que es fruto de la imaginación de los hombres. Pero estas polémicas afirmaciones no son nuevas. Ya en el siglo XIX, el poeta Charles-Pierre Baudelaire transcribió la siguiente opinión: “La mayor astucia del diablo consiste en persuadirnos de que no existe”.
¿Existirá de verdad Satanás? Si así es, ¿qué origen tendrá? ¿Será él la causa invisible de los problemas del mundo? ¿Podrá uno escapar de algún modo a su influencia maligna?
¿Es Satanás la causa invisible de los problemas del mundo?
¿Qué dice la Biblia?
Las Escrituras señalan que Satanás es una persona real que vive en un ámbito invisible: el mundo espiritual (Job 1:6). Además, exponen su personalidad sádica y sus malvados actos (Job 1:13-19; 2:7, 8; 2 Timoteo 2:26). Hasta nos brindan acceso a conversaciones que mantuvo con Dios y con Jesús (Job 1:7-12; Mateo 4:1-11).
¿De dónde salió un ser tan perverso? Mucho antes de existir el hombre, Dios creó a su Hijo “primogénito”, a quien milenios más tarde se conocería como Jesús (Colosenses 1:15). Después de él fueron creados otros “hijos de Dios”, los ángeles (Job 38:4-7). Aunque todos ellos eran perfectos y justos, hubo uno que se convirtió en Satanás.
Aquel ángel no recibió el nombre de “Satanás” al momento de ser creado. Más bien, se
le aplicó este nombre hebreo —que tiene carácter descriptivo y significa “Adversario”, “Enemigo” o “Acusador”— cuando decidió vivir en oposición a Dios.Por ello, terminó sucumbiendo al orgullo, así como a sus ansias de rivalizar con Dios y recibir la adoración de los demás seres racionales. Cuando el Hijo primogénito de Dios estaba viviendo en la Tierra, Satanás llegó al punto de pedirle “un acto de adoración” (Mateo 4:9).
Este ángel “no permaneció firme en la verdad” (Juan 8:44). Dio a entender que Dios era mentiroso, cuando el mentiroso era él. Y le aseguró a Eva que ella podría ser como Dios, cuando el interesado en serlo era él. Con sus engaños, logró hacer realidad su deseo egoísta. En efecto, logró que Eva lo considerara más importante que Dios, pues ella lo aceptó como dios suyo desde el momento que le obedeció (Génesis 3:1-7).
Al sembrar la rebelión, este ángel —que hasta entonces había sido digno de confianza— se convirtió en el malvado Satanás, el enemigo de Dios y del hombre. También recibió la designación de “Diablo”, término de origen griego que significa “Calumniador”. A fin de conseguir que otros ángeles se unieran a su rebelión y desobedecieran a Dios, el promotor del pecado recurrió a engaños como los que había empleado con Eva (Génesis 6:1, 2; 1 Pedro 3:19, 20). Los ángeles rebeldes no contribuyeron nada a que mejorara la situación de la humanidad. Por el contrario, la consecuencia de que imitaran a Satanás y su egoísmo fue que “la tierra se llenó de violencia” (Génesis 6:11; Mateo 12:24).
¿Hasta dónde llega su influencia?
Muchos asesinos borran sus huellas dactilares para no dejar rastros que permitan identificarlos. Pese a todo, la policía pudiera encontrar claros indicios de que ha habido una mano criminal. Pues bien, Satanás, el primer “homicida”, también procura no dejar nunca indicios de su identidad (Juan 8:44; Hebreos 2:14). Así, cuando habló con Eva, recurrió a una serpiente para ocultar quién era en realidad. Y hoy sigue haciendo lo mismo, pues “ha cegado las mentes de los incrédulos” para que no perciban hasta dónde llega su poderosa influencia (2 Corintios 4:4).
Pero Jesús desenmascaró a Satanás como el autor intelectual de todas las maldades que se cometen en esta sociedad corrupta, y lo llamó “el gobernante de este mundo” (Juan 12:31; 16:11). Y el apóstol Juan también señaló la influencia del Maligno al afirmar que “el mundo entero yace en el poder del inicuo” (1 Juan 5:19). Como medio para engañar “a toda la tierra habitada”, usa magistralmente “el deseo de la carne y el deseo de los ojos y la exhibición ostentosa” (Revelación [Apocalipsis] 12:9; 1 Juan 2:16). Y en líneas generales, logra que la humanidad le obedezca.
Al igual que Eva, todos los que obedecen a Satanás lo están convirtiendo en dios suyo. Por eso, la Biblia lo llama “el dios de este sistema de cosas” (2 Corintios 4:4). Los frutos de su dominio no son otros que hipocresía, engaño, codicia, delincuencia, corrupción, guerra, tortura y destrucción.
¿Cómo podemos evitar su influencia?
La Biblia nos advierte: “Mantengan su juicio, sean vigilantes”. ¿Por qué? Porque nuestro “adversario, el Diablo, anda en derredor como león rugiente, procurando devorar a alguien” (1 Pedro 5:8). Pero este texto no solo nos abre los ojos; también nos reconforta al mostrar que si mantenemos una actitud juiciosa y vigilante, no resultaremos “alcanzados por Satanás” (2 Corintios 2:11).
Es esencial aceptar la existencia de Satanás como algo muy real y permitir que Dios nos haga “firmes” y “fuertes”. Así podremos ponernos “en contra de [Satanás]” y a favor de Dios (1 Pedro 5:9, 10).